El servicio de Radiología de Son Espases ha tardado más de un año en formalizar la petición para derivar al paciente Aitor Martínez García, un joven estudiante universitario de 27 años de edad, a la Clínica Ruber o a la Quirón de Madrid para que le hagan una resonancia cerebral funcional del lenguaje antes de poder pasar por el quirófano.

Este paciente debe ser operado de una malformación arterovenosa que ya le provocó un derrame cerebral en abril de 2017 y que, según le advirtieron los propios médicos, amenaza con causarle otro.

A día de hoy, más de dos años después de este episodio, sigue esperando que le deriven a los citados centros que sí tienen la capacidad de realizar esa resonancia específica habida cuenta de que las máquinas de Son Espases nunca la han podido ejecutar por carecer del software necesario para ello.

Esta prueba es indispensable, tal y como han concluido neuroradiólogos intervencionistas y neurocirujanos tras discutirlo en varias sesiones clínicas, para que el joven entre con garantías en el quirófano.

Según explicó llanamente uno de estos especialistas, antes de proceder a realizar una cirugía abierta en un lugar tan sensible como es el cerebro hay que realizar esta prueba para cerciorarse que no se va "tocar" y causar daños en una zona que afecte al lenguaje.

De otra manera Aitor Martínez García, que ya ha perdido la visión del lado izquierdo por el derrame cerebral inicial, podría ver comprometida también su función del habla que hoy en día es correcta.

"Hay que operar"

Tras sufrir el derrame cerebral el 26 abril de 2017, ser embolizado (se le taponó la rotura arterial) de urgencia en Son Espases al día siguiente y pasar cerca de un mes hospitalizado, a comienzos de noviembre de ese mismo año se le practicó una arteriografía de control que determinó que la embolización "no estaba bien cerrada, que había que operar", explica el propio Aitor.

Días después, el 22 de ese mismo mes, se reunió con Javier Ibáñez, jefe de neurocirugía de Son Espases, que le confirmó el pronóstico de la prueba diagnóstica. "Me dijo que la embolización no había quedado perfecta, que había que operar pero que antes me tenían que hacer la resonancia. Hay riesgo, me dijo, pero ahora está estable. Cuando le planteé retrasarlo todo hasta que terminara los exámenes en febrero, me dijo que no había ningún problema, pero que si tenía un dolor de cabeza repentino, acudiera corriendo al hospital", continúa su relato Aitor.

Todo quedó ahí hasta que, tras los exámenes, vuelve a tener una consulta con Ibáñez ya en febrero de 2018. En ella el neurocirujano jefe le recuerda que debe hacerse la resonancia cerebral funcional del lenguaje y le emplaza a hacer el preoperatorio para pasar por el quirófano en junio de ese mismo año.

Preoperatorio en 2018

Aitor confirma que se hizo el preoperatorio a finales de mayo de 2018 confiando en pasar por el quirófano ese mismo verano. Sin embargo, a finales de ese mismo mes de junio de 2018, el servicio de Radiología de Son Espases seguía sin cursar la petición de derivación para que a Aitor le hicieran la resonancia. El propio jefe de neurocirugía informó un mes antes de la necesidad y urgencia de la resonancia funcional al servicio de Radiología.

Finalmente, la solicitud de derivación para Aitor se formalizó el día 1 de abril de este año 2019, con doce meses de retraso después de que Ibáñez informara de su necesidad al servicio de Radiología.

Y hoy, cuatro meses después. Aitor sigue esperando a que le deriven para que le realicen una prueba indispensable para que pueda entrar en el quirófano con garantías y que, curiosamente, Son Espases acaba de empezar ahora los trámites para poder realizarla.

El dato: Dos excusas para una derivación que ya acumula 16 meses de retraso

El servicio de Radiología ha tardado más de un año en formalizar la petición de derivar a Aitor a una clínica de Madrid para que le hagan la resonancia magnética funcional del lenguaje, pero desde el servicio achacan el retraso a que confiaban en poder realizarla ellos mismos. No contaban con tropezar con varios inconvenientes derivados de la complejidad de la prueba y de unas deficientes resonancias adquiridas en unos años de crisis y que no contaban ni con el software ni con el hardware adecuados. Una vez comprobado que no podrían hacerla ellos, procedieron a formalizar la derivación el pasado 1 de abril.

Pero o se traspapeló o el IB-Salut no la recibió, no se sabe bien lo que ha pasado. El hecho es que hasta este último lunes, 22 de julio, el Servei de Salut no la ha tramitado. Y solo tras preguntar este diario por este inusual retraso. En caso contrario, Aitor seguiría esperando la prueba. Con todo un decreto de garantía de demora en vigor.

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