La denuncia hecha por la joven británica Mia Smith a través de las redes sociales, que se viralizó el jueves, al culpar al diseño de los balcones en España de la muerte de su novio en Magaluf, no tiene razón de ser. La altura de las barandillas cumplen la normativa vigente, tanto en los edificios como en los hoteles, confirmaron ayer desde el Colegio de Arquitectos de Balears.

Mia Smith era la pareja de Freddie Pring, un universitario jugador de rugby que se precipitó desde el balcón del hotel en que se hospedaba y falleció el pasado 7 de junio. Tenía 20 años y ha sido la primera víctima de balconing del verano. El mensaje de su novia, difundido en Twitter, insiste en echar la culpa a los balcones españoles, porque sus barandillas de seguridad apenas llegan a la altura de la cintura. Y añade que la mayoría de las muertes por balconing se producen en España y en concreto en "las islas españolas", en referencia a las baleares.

La denuncia de Mia Smith no se sustenta. Afirma que la altura mínima legal para los balcones en España es de 110 centímetros, lo que propicia los accidentes. Ignacio Salas, presidente de la Demarcación de Mallorca del Colegio de Arquitectos, enumera las normativas vigentes. Cuando hay más de 70 centímetros de desnivel se deben poner barandillas. En caso de menos de seis metros (una segunda o tercera planta), la altura de la barandilla tiene que ser de 90 centímetros. Y si es mayor de seis metros, aquella debe superar los 110 centímetros y contar con barrotes verticales por los que no pueda pasar una bola de diez centímetros. Es decir, el hotel en el que se hospedaba el británico fallecido cumple la normativa.

"Nunca hemos tenido quejas" referentes a los balcones de los hoteles, esgrime Salas, además de que todos aquellos establecimientos que se reforman cambian las barandillas. Y es más, la costumbre es que superen el metro de altura. Sí es cierto que en Balears todavía hay edificios de los años 50 y 60 que si no se han renovado mantienen barandillas por debajo de los 90 centímetros.

Igual a la normativa británica

Por otro lado, hay que destacar que los 110 centímetros de altura de la barandilla que señala la joven Smith como inseguros en la normativa española son los mismos que se exigen en el Reino Unido. Tanto en edificios públicos como en viviendas unifamiliares y plurifamiliares, confirma un arquitecto mallorquín que ha residido varios años en aquel país. Las dos normativas emanan de la homologación en edificación a nivel europeo.

La semana que murió Freddie Pring fueron cuatro los jóvenes precipitados, a pesar de las compañas disuasorias del Reino Unido y el Govern y de que hasta los turoperadores británicos tratan de que sus turistas se alojen cuando es posible en plantas bajas.

"Trampas mortales" para la prensa sensacionalista británica

La reclamación de la británica contra los balcones españoles llegó a ser tendencia en Twitter, y los tabloides sensacionalistas británicos también se hicieron eco de la noticia. No dudaron en calificar a las terrazas de "trampas mortales" para sus ciudadanos.

Mia Smith relata que su novio no estaba participando en juegos de balconing, sino que salió al exterior y se cayó. Si existe la posibilidad de tropezar y caerse de un balcón, "no está al 100% a una altura segura", clama. El arquitecto mallorquín mencionado, que ha residido en el Reino Unido, hace la salvedad de que "se puede argumentar que la altura quizás es insuficiente", además de que los británicos no están acostumbrados a las alturas y los balcones.

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