Hace apenas dos semanas navegaba en alta mar con 65 personas rescatadas en cubierta y sin puerto al que ir. Hoy su tripulación retoma fuerzas en Mallorca antes de su próxima misión. El barco de rescate Alan Kurdi, en homenaje al pequeño niño sirio de tres años fallecido en el mar mientras trataba de llegar a la costa de Grecia con sus padres y cuya imagen sin vida en una playa conmocionó a Europa, se prepara estos días para nuevas actuaciones de rescate en el Mediterráneo desde un puerto de Palma que se ha convertido en su base de operaciones después de ser ya el puerto desde el que partió para su primera misión a finales del pasado mes de febrero.

La embarcación de la oenegé alemana Sea-Eye, un antiguo buque científico, llegó el pasado sábado al puerto de Palma y si bien estaba previsto que tuviera que zarpar ayer, prolongará su estancia hasta el próximo día 22. Las quince personas que componen la tripulación recibieron con euforia la noticia del permiso para pemanecer más días. De Mallorca volverán a partir para una nueva misión de auxilio en el mar.

"Cada vez es más difícil"

Con buques de rescate como el Sea Watch 3, bloqueado en Lampedusa, o el Aquarius, sin poder operar tras los obstáculos, el Alan Kurdi es junto al Open Arms, que está desafiando al Gobierno español, de los pocos buques de las oenegés que quedan para socorrer a nuevos migrantes naufragados.

La próxima parada volverá a ser el triángulo entre la costa de Libia, Malta y la isla italiana de Lampedusa. En su última misión rescataron ya en la zona a 65 personas que estuvieron once días a la deriva. El Alan Kurdi topó primero con la política de puertos cerrados del ministro italiano Matteo Salvini y luego con la negativa de Malta, que, no obstante, finalmente acabó accediendo a su atraque.

"Devolverlos a la costa de Libia no era una opción", explica el capitán de la embarcación Waldemar Mischutin. Al lado de la camilla de la enfermería habilitada en una de las estancias de la embarcación, relata los problemas de salud en los que llegan. "Llegan heridos, muy delgados después de haber cruzado el desierto", narra. También describe que una de las primeras actuaciones que se acometen es que los rescatados puedan ducharse para evitar la reacción que provoca en la piel nadar entre combustible y agua marina.

Sobre la cubierta, cerca de un centenar de mantas preparadas para el próximo rescate, y en el interior, en un almacén, provisiones fruto de donaciones para atender a los rescatados: agua, conservas o fórmula de leche infantil. Mischutin muestra su agradecimiento por la acogida que recibe el buque en Mallorca, donde, de hecho, ya prevé que vuelva tras la próxima misión. "Cada vez es más difícil", lamenta la falta de colaboración de gobiernos como el italiano.

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