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Opinión

La condena desacredita al rectorado

La condena desacredita al rectorado

No hay un solo profesor en la UIB que se haya sorprendido del acoso a una profesora de Filosofía a cargo de un catedrático, condenado ahora por lo penal en una sentencia sabia donde la clave reside en la orden de alejamiento. Hasta los recién llegados a la Universitat conocían el clima insalubre impuesto por la fuerza en el departamento de Filosofía. El equipo de Llorenç Huguet puede refugiarse en que ha despejado su responsabilidad civil, pero la sentencia desacredita al rectorado. Miraron a otra parte, como en Minerval. Serían capaces de despedir a la víctima, para que se cumpla la distancia impuesta.

Profesores de Filosofía interpusieron tres demandas carísimas desde sueldos bajísimos al estudiante que se atrevió a denunciar lo que ocurría en el departamento, con el aplauso de Huguet. Las acciones fueron rechazadas, con los demandantes ridiculizados por obstaculizar el elemental derecho a la crítica desde estrados filosóficos.

Enhorabuena a las feministas silenciosas en este caso, y tan estridentes en las generalidades. El acoso de un catedrático a una profesora no ha merecido manifiestos, ni artículos de opinión, ni cartas al director en apoyo de la víctima. También para las docentes era un asunto interno, con la jerarquía no se juega.

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