Yemen reúne todos los ingredientes para cocinar a fuego lento el conflicto que hoy asola a esta república árabe, la única en una península gobernada por monarquías, y que ha sumido a este país en “la más importante crisis humanitaria del momento, con el 82% de su sociedad en una situación de precisar ayuda humanitaria de manera inmediata”, subraya Anne-Linda Amira Augustin, representante de Europa en el Consejo de Transición de Yemen del Siur.

Amira, de madre alemana -“del Este”, subraya- y padre yemení, participa junto a Ewa Strzelecka, investigadora de la Universidad de Lisboa especializada en la situación de la mujer en ese país, y Leyla Hamad, profesora de la Autónoma de Madrid que vivió cinco años en Yemen, en un seminario organizado en la UIB por Rosario Pozo, profesora de estudios de educación social, sobre la situación actual de las niñas y mujeres yemeníes. Un seminario que concluye hoy en sa Riera y que tendrá como colofón un taller de lectura africanista mañana, sábado, en la biblioteca de Son Gotleu.

Las especialistas ponen en antecedentes recordando que Yemen, un país dividido en dos por la historia, se reunificó en 1990 por necesidades económicas. El sur, en la órbita de los países del Este, con orientación marxista, soportó mal el desmembramiento del bloque soviético.

A causa de su menor población, Yemen del Sur perdió representatividad en las instituciones con respecto a sus hermanos del Norte, lo que generó una animadversión que desembocó en un conflicto civil que perdió y que está en el origen del actual movimiento independentista.

En este contexto arribó a la región en el año 2011 el movimiento aperturista conocido ya como la Primavera Árabe. “En Yemen, un país muy fragmentado, se vivió una ola de solidaridad inusual. Las mujeres, junto a los jóvenes, fueron los verdaderos protagonistas de las protestas y reclamaciones”, recuerda la profesora Strzelecka, que lamenta no obstante que todo el proceso estuviera tutelado, para que los cambios no fueran demasiado drásticos, por el Consejo de Cooperación del Golfo (formado por Emiratos Árabes, Qatar, Omán, Kuwait, Baréin y Arabia Saudí).

No obstante, esa Primavera dio sus frutos. Se fijó en 18 años la edad mínima para contraer matrimonio en ambos sexos y se establecieron castigos para el matrimonio infantil, precoz o forzado que, recuerdan las profesoras, eran muy habituales en el Norte provocando desgarros e incluso muertes de niñas púberes de ocho años de edad en su noche de bodas con maridos que les triplicaban la edad.

Cuota femenina del 30%

“Se reconoció la igualdad entre el hombre y la mujer en la Constitución y se estableció una cuota mínima de un 30% de representantes femeninas en todas las instituciones”, añade Strzelecka.

Desgraciadamente, esta avanzada Constitución no se llegó a votar. Antes llegó la rebelión protagonizada por la etnia norteña de los huthis, de religión chií y arraigada cultura patriarcal, que se hizo con el poder en Saná, la capital de la república, y supuso el inicio del actual conflicto.

Un conflicto que vuelve a ser un damero en el que tienen cabida todos los intereses internacionales. El Sur, rico en petróleo y gas y con grandes recursos pesqueros, es objeto de codicia. La coalición militar liderada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes cuenta con el apoyo de EE UU -logístico, con drones-, y de Francia y Gran Bretaña, con presencia militar sobre el terreno.

“Y España vende armas a Riad que son usadas en Yemen”, recalcan estas especialistas que aprovechan para revelar que, desde que comenzó esta guerra en 2015, la violencia contra las mujeres ha crecido un 63%.