El monstruo siempre está cerca de un niño. Es como un depredador al acecho de su presa. "El perfil del abusador es el de un hombre, familiar del menor o que pertenece a su entorno más cercano". Una psicóloga de la Unidad de Valoración de Abuso Sexual Infantil (UVASI) del Consell de Mallorca se muestra rotunda al definir el arquetipo de sospechoso. "Precisamente, por esta relación cercana con la víctima, tiene un mayor acceso a ella, existe una relación de confianza y eso lo aprovecha para abusar de ella", añade la técnica. Las estadísticas no engañan. Un 91,4 por ciento de los abusadores son familiares o conocidos de las víctimas. De los 222 casos de menores que atendió la UVASI en 2018, 106 habían sido cometidos por familiares y 97 por allegados. Las cifras son claras.

También el perfil de víctima responde a una niña de entre seis y doce años, aunque cada vez más se detectan casos de niños. En 2018, los técnicos de la UVASI valoraron a 150 niñas, frente a 72 niños. "En el caso de los niños el sentimiento de vergüenza y estigmatización les dificulta más hablar de los hechos, aunque cada vez más pueden identificar el abuso", detalla una psicóloga del IMAS.

"En la mayoría de los casos, los menores abusados tienen un gran sentimiento de culpa y de vergüenza. Con la adolescencia, también acostumbra a aparecer la rabia, pero cada niño es diferente", asegura la especialista.

La metodología que utilizan las técnicas de la UVASI para evaluar psicológicamente a las víctimas siempre es la misma, a base de entrevistas. "Es una entrevista adaptada a las características del menor y a su edad. Una primera parte está orientada a que el niño se familiarice, le explicamos nuestro trabajo, que le haremos preguntas. Y, cuando ya está más tranquilo y situado, empezamos a tratar el tema. Normalmente, se adaptan a la situación de entrevista. Hay casos que requieren más tiempo de valoración, pero no es un proceso que se alargue. Lo mejor es que cuanto más corto sea, mejor, para no revictimizarlo. Solo utilizamos el tiempo estrictamente necesario", subraya una de las especialistas.

"También hay casos que no se pueden valorar. Algunas víctimas tienen mucho miedo, sienten culpa y vergüenza y no se encuentran preparadas para hablar. Lo tenemos que respetar y darles la oportunidad para que lo hagan más adelante", señala la psicóloga.

"Los niños hablan cuando se sienten preparados. Lo importante es la formación para detectar los indicadores de abusos en seguida. Que no hablen ahora y no relaten los abusos, no quiere decir que más adelante no puedan volver y contarlo. Los niños hablan cuando están preparados, no cuando nosotros queremos", incide la especialista.

"Las secuelas que padecen los menores son devastadoras en algunos casos aunque no haya agresión sexual. El sometimiento de un niño de forma continuada a unos abusos puede tener unas consecuencias peores que no un hecho puntual aparentemente más grave y violento. Hay menores muy dañados por este tipo de abusos continuados. La habitualidad en unos abusos cometidos por una persona de confianza o de la familia, dentro de una relación asimétrica y de sometimiento, produce más daño emocional", alerta la psicóloga.

"Las secuelas que padecen dependen de cada persona. Hay secuelas a corto plazo y a largo plazo, depende de cada caso. También hay niños asintomáticos. Unos pueden superar el trauma por ellos mismos o con poca ayuda y otros no", concluye la técnica de la UVASI.

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