El rostro de los alumnos de Son Ferriol era el claro reflejo del mal rato que habían sufrido al padecer las consecuencias de una intoxicación alimentaria. La mayoría de los niños fueron acompañados por sus padres, o por otros familiares, al PAC para que les atendieran. Todos mostraban prácticamente los mismos síntomas: dolor de estómago, vómitos y diarreas e incluso, en algunos casos, fiebre. Como la mayoría de afectados reside en Son Ferriol, los padres llevaron a sus hijos al servicio de urgencias del PAC de la barriada.

Iván ha terminado el cuarto curso y ayer estaba sentado en el centro médico a la espera de que le atendiera la pediatra. Cree que la intoxicación procede de la comida que les dieron el jueves al mediodía. "Nos dieron albóndigas de carne con puré de patatas. Estaba muy malo, a casi nadie le gustó", señala el alumno, que aseguró que el plato "tenía muy mal aspecto". El pequeño se pasó casi toda la noche yendo de su habitación al cuarto de baño, por lo que apenas había dormido. Ayer fue de los que no se encontraba con fuerzas para asistir al último día de clase.

Inés, otra de las niñas afectadas, describió el puré de patatas que le dieron "como una especie de arena, que no era comestible". También recuerda el mal sabor del agua que les sirvieron en unas jarras. "El sabor del agua era muy fuerte. Me dijeron que era agua de grifo". La menor pasó una mala noche, con síntomas de indisposición, pero por la mañana fue al colegio. Sin embargo, empezó a notarse peor y la profesora llamó a su madre para que fuera a buscarla. Aunque a medida que pasaban las horas fue encontrándose mejor, su madre la llevó al centro médico para que la viera la pediatra de Son Ferriol. La madre no atribuye la culpa al colegio, sino a los responsables del campamento y no descarta presentar una denuncia cuando se concrete el alimento en mal estado que tomaron los estudiantes.

Rafa, de cuarto curso, aseguró que "las albóndigas parecían rellenas de hielo en vez de carne. Además, el puré de patatas estaba malo y el agua era de grifo". El menor también se pasó la mayor parte de la noche en el cuarto de baño y por la mañana se sentía indispuesto y con algunas décimas de fiebre.

El alumno aseguró que "nos dijeron que solo habían llevado cuatro garrafas de agua para tantos niños", por lo que se supone que una vez consumida estas existencias, el líquido que bebieron los menores a la hora de la comida procedía del grifo. "Nos dijeron que si no comíamos todo lo del plato no podríamos jugar", asegura el pequeño, que por la mañana le contó a su madre el mal aspecto que mostraban las neveras del albergue de Calas de Mallorca.

Marta, de nueve años, empezó a sentirse mal por la noche. Su madre lo relacionó con el cansancio, pero por la mañana no estaba en condiciones para acudir al colegio. Ella apenas probó el puré de patatas, pero sí bebió el agua del grifo y las albóndigas "que no tenían demasiado buen gusto. Se notaba que eran congeladas", aseguró.

Las madres, a través de los grupos de WhatsApp, se fueron informando de los niños que se intoxicaron. Algunas recibieron la llamada de la conselleria de Salud para preguntarles qué habían comido sus hijos. No descartan que presenten una denuncia contra el albergue.

Se da la circunstancia que también había hospedado un grupo de alumnos de otro colegio, que comió en otro turno y otro tipo de alimentos. Ninguno se intoxicó.