La temporada no ha hecho más que arrancar, y los conflictos a bordo ídem. "Es intolerable. La gente hace lo que quiere en los aviones. Se nos está yendo de las manos y hasta que no pase algo gordo a nadie parece preocuparle".

La denuncia es de un veterano tripulante de cabina (TCP) con base en Palma. Como el balconing, es ya una tradición en los trayectos que unen la capital mallorquina con Londres, Liverpool, Birmingham, Belfast... Hordas de pasajeros que suben ebrios al avión y siguen consumiendo a bordo, comprando bebidas a la aerolínea que les transporta o bebiendo de las botellas que han adquirido en el duty free (cristales en manos de borrachos).

"Se comportan como animales de la selva", describe el sobrecargo Antonio Escobar, delegado de Relaciones Externas del sindicato Sitcpla. Cada día 50 vuelos a nivel mundial se ven obligados a lidiar con pasajeros ebrios.

Este invierno un inspector de la Policía Nacional clamaba sobre cuándo llegará la prohibición de vender alcohol en aviones y aeropuertos. Otro colega suyo, en Palma, durante la cumbre internacional 'Repiensa tu viaje', centrada en la problemática del alcohol en vuelos y destinos, se preguntaba si se está esperando a que haya un accidente en el aire.

Negocio a bordo

El alcohol es un gran negocio, por las ventas a bordo de las aerolíneas y en los aeropuertos. Pongamos de ejemplo un vuelo "caliente", como lo define el veterano TCP, que ahora trabaja en Easyjet. Es aquel en el que viajan grupos.

"Los vuelos de la noche son los más calientes". Si en uno ordinario, digamos, el alcohol representa el 30% del total de las ventas, en el extraordinario se disparan hasta el 60%. Una buena recaudación llega a 2.000 euros, de los que 1.200 euros corresponderían a bebidas alcohólicas. Traducido a cervezas, a 5,5 euros cada una, supone más de 218 cervezas consumidas a bordo. O bien, 140 combinados, a razón de 8,5 euros cada uno.

"Hace unos meses un pasajero le abrió la cabeza a un TCP en un vuelo de Easyjet", rememora Escobar. Esos vuelos "son un atentado contra la seguridad". Pone otro ejemplo: "Una compañera estaba poniendo una cerveza y tenían las rayas de coca en la mesa".

Eso no es todo. "Desobedecen a la tripulación, intimidan al resto de pasajeros, rompen el mobiliario, intentan meterse en la cabina..".. Y se van, casi, de rositas, pues las autoridades, en este caso españolas, poco pueden hacer, la jurisdicción sobre esos pasajeros corresponde al país en el que está registrada la aeronave.

"En mi primer año volando en un trayecto a Liverpool se pegaron puñetazos. Te sabe mal por el resto de pasajeros, madres con niños, etc.", comenta Nathaly Acuña, delegada del Sitcpla en Palma. "Si hay un coma etílico, lo tenemos que afrontar nosotros".

Acuña celebra que Ryanair, que hasta hace poco incentivaba las ventas de alcohol en los grupos, ahora "ha dado carta blanca para negar el embarque a gente intoxicada esta temporada en la base de Palma". Recientemente así se procedió con una mujer en un vuelo a Hamburgo. El viernes pasado los controladores aéreos daban la alerta, vuelo rumbo a Alicante requería presencia policial. Y así seguiremos.

"Hay un gran cinismo", critica Antonio Escobar, "la seguridad en los vuelos no es la prioridad". En caso contrario, se prohibiría beber a bordo. Igual que se hizo con el tabaco.

CONTENIDO_RELACIONADO

  • Las Fuerzas de Seguridad piden prohibir el alcohol en vuelos y aeropuertos
  • Baleares pide que se limite el consumo de alcohol en vuelos y aeropuertos

FIN_CONTENIDO_RELACIONADO