La historia se repite por cuarta vez en la política balear. El ultimátum nacionalista durante las negociaciones de un Pacto de Izquierdas se ha venido sucedido en las conversaciones para los acuerdos de 1999, en las del Govern de progreso del 2007 y en 2015 se produjeron conatos. Més ha seguido en la actual negociación el mismo patrón que el PSM y el Bloc en los dos primeros pactos y en todos ellos se han quejado de lo mismo: se han sentido "humillados" por los socialistas a la hora de repartir el poder.

En los dos primeros pactos había un elemento que diferencia a estos dos últimos y es la necesidad de acatar las voluntades y los deseos de la UM de Maria Antònia Munar, ya que su posición de bisagra le deba el privilegio de hacer virar el Govern hacia la izquierda o hacia el PP de Jaume Matas. Este privilegio no lo tenían los nacionalistas y, por ello, se sentían desplazados, ya que los socialistas tenían como prioridad rendir pleitesía a la entonces todopoderosa Munar.

En 1999 se presentaba una oportunidad histórica: la izquierda podía gobernar en Balears por primera vez. El acuerdo fue durísimo de alcanzar y se firmó una noche en un restaurante de Algaida, pocas horas antes de elegir al socialista Francesc Antich como presidente. El entonces PSM se plantó ante las concesiones que había hecho el PSIB a Munar, al cederle todo el Consell de Mallorca. Los nacionalistas se negaron y abandonaron al PSOE y negociaron por su cuenta con Munar para formar un frente nacionalista contra los socialistas. Pere Sampol, el entonces líder nacionalista, se apartó de la negociación y cogió las riendas el entonces secretario general del PSM. Un Mateu Morro con fama de duro, que exigió tener poder en el Consell.

En esta negociación Xisco Antich sacó a relucir una virtud que mucha gente siempre le ha puesto en valor: su mano izquierda. El 8 de julio de 1999 el PSM se había plantado pero la cesión del senador autonómico y de Educación permitió firmar el acuerdo.

En 2007, el segundo desplante

En 2007 la izquierda le tocó una vez más claudicar ante Munar para alcanzar el poder. Antich volvía a estar al frente del PSOE, pero el PSM se había convertido en el Bloc y presentó por primera vez a Biel Barceló. Munar exigió la presidencia del Parlament y, tanto en el Consell como en el Govern, se realizó un reparto entre las tres formaciones. Pero el 24 de junio de 2007, a escasos días de constituir el Parlament y elegir a Munar presidenta, el Bloc se plantó y dejó en el aire votar a favor del Pacto. Antich veía peligrar su segundo mandato. Compareció Biel Barceló y su número dos, la diputada Joana Lluïsa Mascaró, para anunciar que exigían más poder. Antich y los socialistas volvieron a hacer encaje de bolillos para tener contentos a UM y a los nacionalistas. Se sacó de la chistera una conselleria de Movilidad que debían gestionar desde el Bloc y la coalición formada por el PSM y Esquerra Unida-Verds y ERC aceptó votar a Munar y hacer presidente a Xisco Antich en el Govern y a Francina Armengol en el Consell. Es por ello que Antich recordaba hace unos días a los suyos que si alguien sabe lo duro que es negociar un pacto es él.

En 2015 UM ya había desparecido del mapa político y su presidenta, Maria Antònia Munar, residía en la prisión de Palma, condenada por casos de corrupción. Armengol era la candidata a presidenta y había surgido con fuerza Podemos. Pero lo triunfadores morales eran los nacionalistas con su nueva marca, Més. El acuerdo tampoco fue fácil y la socialista consiguió formar un Govern solo con Més y Podemos dando apoyo desde fuera. Sin embargo, las negociaciones tampoco fueron coser y cantar y Xisco Antich tuvo que ceder a Armengol su fórmula secreta de los pactos. Los nacionalistas se empecinaron en gestionar Turismo y hubo algún que otro conato de desplante. Si bien es verdad que en este caso el elemento distorsionador fue Podemos, que primero quería que Biel Barceló fuera presidente para no tener que votar a una socialista. Armengol se negó y al final se consiguió el acuerdo con la presidencia del Parlament para los podemitas y los nacionalistas al frente de la potente Turismo y la presidencia del Consell de Mallorca.

El acuerdo a la valenciana

En 2019 las dos conselleries son insuficientes para los nacionalistas y se levantaron otra vez de la mesa de negociación. Veinte años después, la historia se repite. Lo que ocurre es que Més mira de reojo lo que ha ocurrido en Valencia, donde el socialista Ximo Puig ha tenido que ceder una vicepresidencia para Podemos y otra para el partido hermano de Més, Compromís.

La hemeroteca de diario de mallorca refleja cómo la historia se repite

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