Uno de los colectivos más castigados por la exclusión de la vivienda es el de los jóvenes. En comparación con otros grupos de edad, los hogares cuyo sustentador principal es menor de 35 años son los que con mayor frecuencia padecen costes residenciales excesivos, amenazas de expulsión de su vivienda y problemas económicos que les obligan a convivir con personas sin parentesco, a alquilar habitaciones o a cambiar de vivienda.

Las mujeres son otro colectivo vulnerable y con mayor riesgo de exclusión residencial. En términos generales, tienen mayores dificultades tanto de acceso como de mantenimiento de la vivienda. La menor tasa de actividad, así como la mayor concentración en trabajos a tiempo parcial y temporales, suponen una mayor precariedad laboral, que se refleja también en la exclusión residencial, especialmente entre los hogares monoparentales y en las mujeres que viven solas.

Precisamente, destacan los hogares monoparentales. Según el informe de Cáritas, en torno al 30% tiene gastos excesivos de vivienda y un 25% no dispone de dinero suficiente para hacer frente a sus costes. Casi la mitad de este tipo de hogares vive de alquiler, lo que aumenta su vulnerabilidad, dada la tendencia de subida de los precios.

Otros grupos perjudicados por los altos alquileres y con mayor riesgo de exclusión son los extranjeros nacidos fuera de la Unión Europea, las personas mayores que viven solas, los discapacitados y los hogares con más de cinco miembros. Los expertos alertan de que resulta especialmente preocupante, por su impacto en el largo plazo, la situación de los hogares con menores y de las personas jóvenes.