Uno de cada cinco menores sufrirá algún tipo de abuso sexual antes de cumplir los 18 años. Estas apabullantes cifras de la Comisión Europea se han convertido en el motor de la Red de Ayuda a Niños Abusados (RANA). Su alma mater y presidenta, Elizabeth Homberg (Charleston, Estados Unidos, 1967), trasladó a Balears su experiencia personal en su país natal. Ella misma fue víctima de abusos sexuales a manos del segundo marido de su madre. Elizabeth está convencida de que se puede superar esa traumática experiencia. Ella misma se pone de ejemplo. Hay que aprender a reconocer los abusos, a pedir ayuda y, si no te escuchan, a gritar.

P ¿Cómo se le ocurre a una mujer de Carolina del Sur venir a Mallorca para combatir los abusos sexuales a menores?

R Participé en un programa en Estados Unidos que tiene por objetivo prevenir el abuso sexual infantil. Cuando vine a Mallorca era un tema tabú. Nadie pensaba que pudiera ocurrir aquí. Quizás en Madrid o en Barcelona, pero no en Balears. Se negaba totalmente la existencia de los abusos, aunque claro que los había.

P ¿Cree que está más agudizada la negación de la existencia de abusos sexuales infantiles en Mallorca o en toda Balears que en otros sitios?

R Sí. Los de la Part Forana piensan que esas cosas solo ocurren en Palma. Los de Palma creen que pasan en los pueblos. Pasan en todas partes. En todos los niveles socioeconómicos, de educación, de experiencia y en todos los países.

P ¿Qué porcentaje de menores sufre abusos y cuántos se atreven a denunciarlos?

R Según los números de la Comisión Europea de 2010, uno de cada cinco niños va a sufrir abusos antes de cumplir los 18 años. Solo uno de cada diez va a denunciar lo que le está ocurriendo en el mismo momento en el que le pasa. En una clase de 25 personas, estadísticamente, hay cinco menores que van a sufrir algún tipo de abuso antes de ser adulto.

P ¿Hay algún tipo de abuso sexual a menores que predomine sobre los otros?

R Hay un abanico muy grande de abusos sexuales. Abarca desde exhibicionismo, tocamientos hasta un encuentro sexual completo forzado. Existe un rango. Enseñar pornografía a niños, convencerles para que comporten de manera sexualizada o tener sexo ante ellos. Aunque el adulto no los toque. Entre estos están incluidos los ciberdelitos. Es el gran peligro.

P ¿Cómo se detecta que un niño ha sufrido abusos sexuales?

R El abuso sexual infantil es el más difícil de detectar. No siempre hay signos. Ese es nuestro principal trabajo. Similar a lo que hacíamos en Estados Unidos con la organización From darkness to light [de la oscuridad a la luz, en inglés]. El concepto era formar e informar a profesores, profesionales y padres sobre cómo detectarlo y cómo lo podemos prevenir.

P ¿Cómo se previenen los abusos a los niños?

R En 2008 empezamos nuestro trabajo en Mallorca con los adultos. Desde entonces estamos en todas las islas. Después de un año, en 2009, tuvimos éxito en formar profesores y profesionales. Hemos encontrado un libro de niños que se llama Estela grita muy fuerte [de Isabel Olid e ilustrado por Martina Vanda]. Enseña que cuando alguien le hace daño hay que decir no. Si siguen hay que decir no otra vez. Y si no hacen caso hay que gritar muy fuerte. Van a escucharte y van a venir a ayudarte. Este programa lleva ya diez años en Balears con mucho éxito.

P ¿El abusador de un niño siempre está en el entorno más cercano?

R El 80% de los abusadores están en el entorno familiar. Padres, padrastros, tíos, abuelos... Pueden ser tanto mujeres como hombres, aunque la mayoría son hombres. El siguiente círculo son los profesores de gimnasia o natación. En todas las partes donde hay niños hay gente que intenta abusar de ellos. El abusador busca un trabajo con niños y los encuentra en la escuela o en la iglesia.

P ¿Existen algunas señales inequívocas que nos puedan indicar que nos encontramos ante un abuso sexual infantil?

R No siempre hay señales. Pero si un niño de cuatro o cinco años está haciendo dibujos inapropiados y, de repente, se le ve en el patio en posturas muy sexualizadas son indicadores de que puede estar sufriendo abusos. Hay otros indicadores. Si se hace pis, si de pronto no quiere ir a la escuela, no quiere hacer los deberes y las notas se desploman. Si un niño no quiere dar un beso a alguien, puede tener sus razones y nunca hay que forzarle. En el tramo de edad donde más ocurre es entre seis y once años. Aunque hay mayores y bebés.

P ¿Cuál es el ambiente más peligroso para un niño o dónde hay más riesgo de que pueda sufrir abusos?

R Puede ser en cualquier lugar. Ellen Degeneres ha reconocido que su padrastro había abusado de ella cuando era niña. Le pasó como a mí. Ella se lo dijo a su madre y yo se lo dije a la mía. Pero no hizo nada porque no le creyó.

P ¿Qué consecuencias generan los abusos a un pequeño?

R Las hay de todo tipo. Graves y leves. Problemas de relación, de comida, de alcoholismo, de drogas... Hasta la prostitución o el suicidio. Baja autoestima. Cuando han pedido ayuda y nadie se la presta, a veces, es peor que los abusos mismos. Si se les da la espalda, se sienten culpables.

P ¿Cómo se puede tratar a las víctimas de abusos para que no deriven en estas consecuencias?

R Hemos comenzado el programa de terapia individual y grupal para adultos que han sufrido en su infancia. Hay dos psicólogas que lo manejan. Tenemos a 350 víctimas en Balears. La mayoría en Mallorca y algunos en Eivissa. De estos 350, 99 sufrieron los abusos en el ámbito familiar más inmediato. La edad media es de 40 años.

P ¿Cuánto tiempo puede estar latente este abuso hasta que se manifiesta?

R No hay un número. Una paciente olvidó todo hasta que tenía 38 años. Cuando su hija llegó a la edad a la que ella fue objeto de abusos, afloró su caso. Viene gente con 40, 50 o 70 años. Una mujer había sufrido abusos de su padre y sus hijas también sufrieron abusos a manos del mismo hombre. Si ella hubiera roto el silencio, su padre no hubiera abusado de sus nietas. El abuso es un ciclo y hay que romperlo.

"Muchas gracias por elegirnos y ayudarnos a romper el silencio con este gran altavoz"

Elizabeth Homberg no oculta su gratitud a la hora de recibir el Premi Diario de Mallorca de Acción Social por todo lo que considera que representa su contribución a combatir los abusos sexuales infantiles y a dar visibilidad a esta lacra. "Muchas gracias, en nombre de RANA, por elegirnos y recibir este premio. Una de las cosas principales para la prevención del abuso sexual infantil es romper el silencio. Los medios de comunicación nos ayudan mucho día a día. Se convierten en un gran altavoz para amplificar nuestro mensaje", destaca.

Su punto de arranque para combatir esta lacra comenzó en Estados Unidos y lo trasladó a Balears cuando en las islas parecía impensable que también se pudieran padecer abusos a menores. "Ahora nadie puede negar que existe aquí abuso sexual infantil", subraya. Uno de sus últimos experimentos sociológicos lo pusieron en marcha con 450 alumnos de la UIB. Un 12% había sufrido abusos sexuales en forma de tocamientos cuando eran aún menores de edad. Esta abultada cifra les llevó a colegir que los niños afectados con otras prácticas mucho menos explícitas podría ser mucho mayor.

Sin duda, un antes y un después en la trayectoria de RANA ha sido la denuncia presentada por una víctima del cura de Can Picafort Pere Barceló. Por primera vez derivó en la expulsión de la Iglesia de un sacerdote como consecuencia de haberse visto involucrado en abusos sexuales a menores. "Tuvimos tres víctimas de Pere Barceló. La mayoría de los actos habían prescrito", recuerda. Elizabeth también ensalza el papel del entonces obispo de Mallorca, Jesús Murgui, en este caso para depurar las responsabilidades. Pese a que muchos habían prescrito, su decisión al expulsarlo no tenía precedentes. "Le dijimos que estábamos allí porque era la voz de los niños en la iglesia de Mallorca. El todavía tenía acceso a ella. Queremos que haga algo", recuerda con emoción. La respuesta de la máxima institución eclesial de la isla no se hizo esperar. En primer lugar escucharon los testimonios de las tres víctimas de los presuntos abusos sexuales de este sacerdote. Todos eran coincidentes en señalar al cura Pere Barceló como un presunto depredador sexual. A las afectadas solo les quedaba la vía civil para defender sus derechos. No obstante, la denuncia canalizada a través de RANA contribuyó a que este sacerdote fuera expulsado de la iglesia antes incluso de la resolución judicial.