Eduardo Fuster es un voluntario mallorquín de la ONG Llevant en Marxa que lleva varios días atrapado en las revueltas populares que se están produciendo en Puerto Príncipe, en la capital de Haití. El joven, que es técnico de esta organización humanitaria, llegó a la isla caribeña el pasado lunes. Viajó para concretar un proyecto de colaboración que se está realizando con una congregación de religiosas, a fin de valorar las necesidades más urgentes que sufre la población de Haití.

Al llegar a la isla su primer destino fue hacia el norte, a la zona de Port Paix. De allí, tras más de doce horas en coche, se trasladó a la comunidad de Jean Rabél, que es la zona donde está previsto que se lleve a cabo el trabajo de esta organización humanitaria mallorquina.

El joven mallorquín junto a las monjas con las que colabora.

El pasado viernes Eduardo regresó a la capital de Puerto Príncipe. Su llegada coincidió con unas manifestaciones callejeras que se están desarrollando en la capital para protestar por la política del presidente Jovenel Moïse, del que se sospecha que está implicado en una gran trama de corrupción. La población que está secundando a la Oposición ha tomado las calles y esta situación ha sorprendido al cooperante mallorquín, que decidió instalarse en el domicilio de la congregación religiosa ya que, al menos, este lugar parece seguro. Esta vivienda se ha convertido en una especie de refugio, ya que salir a la calle en estos momentos en Haití es casi imposible, ya que están repletas de barricadas y los manifestantes no dejan salir a nadie de los domicilios. Las religiosas han tenido que contratar a personal de seguridad. Un hombre armado se ha situado frente a la casa de las monjas para evitar que los manifestantes la asalten.

Un hombre armado protege la vivienda de las monjas.

El pasado domingo Eduardo fue informado de que cerca de donde está viviendo un individuo, uniformado de policía, mató a tres personas, cuyos cadáveres seguían ayer tirados en la carretera.

Eduardo Fuster tiene previsto viajar mañana de vuelta a Mallorca. El problema es llegar al aeropuerto. "Las monjas no me pueden llevar y se han puesto en contacto con un policía que colabora con ellas por si me puede llevar", señaló ayer el cooperante a través de un mensaje. Dirigirse por su cuenta hacia el aeropuerto es una posibilidad que ni siquiera se plantea, dado el peligro que correría y las pocas posibilidades que tendría de llegar a su destino.

Esta ONG, que preside el médico Antoni Mesquida, está trabajando en Haití en un proyecto para ayudar a la infancia. Muchas familias, al no poder mantener a sus hijos, los regala o los vende. Estos niños sufren muchos abusos. La organización intenta ayudar a los pequeños abandonados.