La ley de cambio climático balear, con su prohibición de que circulen nuevos vehículos diésel a partir de 2025, decisión que se pospone en el caso de los de gasolina a 2035, ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre los niveles de contaminación de ambos tipos de motor. Y el sector de la automoción muestra notables discrepancias frente a las tesis del Govern.

El presidente de la asociación de estaciones de servicio de las islas, Jesus Salas, señala que los antiguos motores diésel mostraban unas emisiones de dióxido de carbono y de partículas en suspensión muy altas, que son las que tienen efectos negativos sobre la salud de los seres humanos y las que provocan la alarma cuando se genera la 'seta' de contaminación sobre ciudades como Madrid.

Por su parte, los motores de gasolina provocan una notable emisión de dióxido de carbono, cuyo impacto sobre la salud de las personas es muy inferior, pero es una de las principales causas del efecto invernadero.

El problema, según coinciden en señalar Salas y el presidente de la patronal de concesionarios de automóviles, Andrés Vidal, es que el problema que se asigna a los coches diésel de los años 90 está en estos momentos notablemente limitado por los avances tecnológicos, como el AdBlue, que reducen la emisión de óxidos de nitrógeno.

Por ello, ambos representantes empresariales ponen en duda que un motor diésel de nueva generación sea peor que uno de gasolina. Jesus Salas reprocha al Govern el haber elaborado su ley "sin consultar a los profesionales", y subraya que la prioridad debería haber impulsado la sustitución de los viejos diésel por coches modernos, pero sin que ello suponga vetar de una forma tan apresurada este tipo de motores.

Andrés Vidal coincide en que el problema está en los viejos diésel y no en los nuevos, y reprocha al Govern sus "prejuicios" y que no haya incorporado más criterios técnicos, pese a reconocer que su objetivo es loable, con la apuesta por los coches eléctricos.

La visión del director general de Energía y Cambio Climático, Ferran Rosa, es bien diferente. En su opinión, el motor diésel es claramente más dañino para la salud humana, lo que explica el descenso en sus ventas en muchos países. Pero sobre lo que hace mayor hincapié es en que lo que se busca es la sustitución de los coches tradicionales por otros sin emisiones, sin que eso resulte traumático. Por ello, insiste en que lo que se busca no es prohibir que circulen los coches antiguos, sino que al acabar su vida útil sean sustituidos por otros no contaminantes, que en su opinión a la larga ya resultan más rentables por sufrir menos averías y ser más económica su carga, a lo que se suma la ayuda pública de 5.500 euros por su compra.