—Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Vender libros es más noble que escribirlos?"

—No, los libreros vivimos de los libros que escriben otros. He criado a dos hijos gracias a los autores. Siento gratitud, sin ellos no somos nada.

—¿A quién no votó el domingo pasado?

—No he votado a Més ni a ningún partido de derechas, y eso que soy catalán hasta cuando hablo en castellano. Siempre que abro la boca, pierdo clientes.

—Si Mallorca tuviera una cultura de calidad, no iríamos.

—Hay oferta de calidad, pero he visto a Enrique Vila-Matas toda la tarde en el Born sin firmar nada. Hay que crear una oficina para coordinar la agenda, porque se programan cinco cosas interesantes a la vez y acabas por no ir a ninguna. Si informas bien al cliente, la gente responde.

—¿Es anarquista, para avisar a los lectores?

—No, Andreu Manresa me llamó "libertario liberal". No vivo como ellos, simpatizo con los anarquistas de corbata y no de porro en los labios.

—¿Qué libro le da rabia vender?

—Los libros basura de autoayuda que recomiendan a las personas próximas a la muerte. Procuro no tener esas terapias de colores, Rojo y negro es mejor en el fin de la vida.

—¿Otra novela sobre la Guerra Civil?

—La empecé con mi abuela, yo tenía trece años y ella no sabía escribir. Era antes de que Eduardo Mendoza declarara que no se debían publicar más libros sobre la Guerra Civil. Se me pasó el arroz, pero es un compromiso con mis muertos. No entiendo el paternalismo del independentismo progresista, el totalitarismo franquista ha filtrado en sectores de la izquierda.

—Estoy más por la amnesia histórica.

—Eso estará muy bien el día que no haya elementos como Vox. Entonces nos abrazaremos y aplicaremos la amnesia. Con los muertos no se juega, aunque entre carniceros se entienden y la memoria histórica parece a veces histérica.

—¿Le vendería a un cliente de Vox?

—Tengo clientes de Vox, y hablo con ellos, se puede hablar con todo el mundo. El único libro que no vendería es el Mein Kampf de Hitler, que ahora ha aparecido en una edición crítica. Lo he leído y es bazofia, ellos sí lo venden.

—¿Es usted una persona torturada?

—No, nada.

—¿Problemática?

—Me están calumniando continuamente, y estoy estigmatizado por no plantar cara a las mentiras. Tengo imagen de agresivo, pero no sé por qué, no le he puesto la mano encima a nadie. Mi abuela me decía que era demasiado franco, eso viene del Ampurdán. Y no bravuconeo, me opuse a que Valtònyc fuera pregonero de la Fira del Llibre, habiendo un padre mallorquín que tiene un hijo asesinado por ETA.

—Instagram logrará que no se vuelva a leer.

—Es la clave. El libro de soporte electrónico ha fracasado, pero el móvil se impone. Me voy a dormir con tres libros, pero a las dos tengo que consultar las noticias. Por cierto, ¿de quién fue la idea de ofrecer la información gratuita? Todo se reajustará.

—¿Algún crucerista se ha metido en la librería?

—Muchos, y hay gente majísima, no puede decirse que todos los alemanes son trastos. He conocido la diáspora, argentinos que buscan un libro que les leían de niños. El mundo envuelve a la librería y practico cada día con los clientes el inglés, el latín contemporáneo.

—¿Desaparecerán antes los cines o las librerías?

—Casi siempre hemos ido de la mano, pero no creo que las librerías desaparezcan.

—Su amigo Hila volverá a ser alcalde.

—No le hubiera votado, porque ha creado un problema grave de movilidad. Su peatonización del centro no funciona y provoca la quiebra de empresas. Le aguanté el paraguas cuando vino a explicarse, pero no ha hecho nada por los tenderos y hay clientes que no van en bicicleta.

—¿Un libro que nos ha pasado desapercibido?

—Incerta glòria, aunque no a los ingleses. Quien no lo ha leído, no sabe nada de la Guerra Civil. En las reflexiones de Joan Sales no hay buenos ni malos. Provengo de esa tradición libertaria, no creo en el blanco y negro.

—¿El Aeropuerto Ramon Llull, como su librería?

—Al abrir la librería, Planeta nos mandó un bufete de abogados por utilizar el nombre de Ramon Llull. Trasciende, muchas cosas que escribió no se han entendido todavía.

—¿Cómo acabará todo esto?

—¿A qué te refieres? La vida es evolución y la literatura es un sinónimo vital. Leemos porque así nos parece que nos agarramos a la vida.