Paul es un extranjero, llegado desde Polonia, que lleva un año y medio viviendo bajo una cueva natural de Son Verí, en Llucmajor. Ha construido una casa, en un sitio privilegiado, con sus propias manos, utilizando únicamente objetos que va encontrando en la basura. La vivienda cuenta, no solo con un techo natural, sino con todo lo necesario para vivir confortablemente. Tiene hasta un generador de electricidad, que utiliza para ver la televisión que ha instalado en la zona que ha habilitado para descansar, donde además ha colocado dos sofás, con una pequeña mesa en medio, por si recibe alguna visita.

El hombre, que es albañil de profesión, todavía no domina el castellano. Apenas distingue algunas palabras, pero se defiende bien hablando inglés y alemán. De hecho, antes de instalarse en Mallorca vivió en Inglaterra y en Alemania.

El acceso a la zona donde se ubica la cueva que se ha convertido en su hogar es relativamente fácil, pero apenas pasa gente. A unos 50 metros de distancia discurre un paseo peatonal y un poco más lejos hay varias viviendas de lujo. El extranjero disfruta de una vista que pocas personas pueden tener. Desde la entrada de la cueva se puede ver el mar. El hecho de que no sea sencillo, aunque tampoco es imposible, bajar hasta el mar, pocos bañistas acceden a esta zona de la costa.

Paul ha ido acumulando rocas y piedras, que ha apilado con cemento, para construir una especie de valla de entrada a su domicilio. Frente a la puerta tiene un letrero por el que exige el pago de cinco euros para hacerse una fotografía. Desde el exterior no se observa el interior de esta vivienda. Sin embargo, el hombre permitió la entrada a este periódico, eso sí, con la condición de que no se tomaran fotografías. Ha colocado una puerta que cierra con un candado para que ningún extraño pueda entrar y robarle sus pertenencias. Vive solo, con la compañía de una gata, que aguarda tranquila frente a la puerta. Una vez dentro se observa como ha dividido las estancias. Por una parte, está la cocina (con todos los utensilios), en la otra la cama y por último la zona de descanso. Ha instalado varias ventanas para que no entre el frío en invierno, a la vez que permite que penetre la luz solar. Por la noche se alumbra con la electricidad que se produce a través de un generador. Fuera de esta instancia tapada ha construido otra zona para asearse y una especie de baño para hacer sus necesidades. El hombre no tiene un trabajo fijo y, por tanto, tampoco dispone de ingresos para poder pagar una casa. Cuando estuvo en el extranjero trabajó de albañil y conoce todas las técnicas, que ha ido utilizando para ir construyendo esta vivienda.

Confiesa que la cueva es fría y que el invierno se ha hecho muy largo. Ha podido calentarse con mantas y con una estufa que se alimenta de gas butano. El extranjero sabe que esta casa es ilegal, pero asegura que tampoco molesta a nadie. Recicla todo lo que encuentra en la basura, lo arregla y lo aprovecha en su vivienda. Afirma que ha recibido varias visitas de la Guardia Civil, pero que nunca le han dicho que tiene que abandonar la casa.

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