A los ciudadanos de Baleares les gusta cada vez más comer sano, hasta el punto de que la oferta que brinda el archipiélago de productos de agricultura ecológica no es suficiente para abastecer la demanda: el 50% de lo que se consume en las islas se trae de Cataluña o Valencia, e incluso de Italia, en el caso de naranjas y zanahorias, para complementar la producción balear.

En cuanto al cereal o la carne ecológicos, por el contrario, hay más producción que consumo. El auge de la agricultura ecológica corresponde a "un aumento de conciencia de la población" y en el caso de Balears son muchos los que optan por adquirir estos productos. Cada vez proliferan más tiendas especializadas y el salto que han dado a las grandes superficies ha sido sin duda un detonante para su popularizacion, explica Nofre Fullana, director de Apaema (Associació de la Producció Agrària Ecològica de Mallorca).

Para ir reduciendo los productos importados, desde Apaema se ha optado por brindar información y asesoramiento. La dificultad para incrementar la agricultura ecológica radica en que faltan fertilizantes orgánicos, porque "no hay mucho consumo de carne ecológica y cuesta encontrar estiércol", dice Fullana. Hay expectación ante un proyecto piloto que lideró Gardens Hotels transformando la materia orgánica de uno de sus hoteles en compost para su utilización en el campo mallorquín.

"Un brote de locura"

"Si hubiera más producción, se vendería", dice Joan Adrover, de Eco Sa Teulera, hijo de payeses que empezó con la agricultura ecologica en la finca del mismo nombre en Petra hace treinta años, cuando su padre pensaba que "tenía un brote de locura". Afortunadamente, los precios tan dispares antaño entre los productos ecológicos y los convencionales "se están equiparando", añade Adrover, quien también subraya la ventaja de que las grandes superficies se hayan apuntado a lo ecológico.

Hoy en día, en Mallorca el 16% del territorio ya está inscrito como de agricultura ecológica, según datos del Consell Balear de la Producció Agrària Ecològica, el mismo porcentaje que en el conjunto del archipiélago, y que en el caso de Formentera se dispara al 30%. Son más de 35.000 hectáreas en Balears (con un incremento del 14% entre 2017 y 2018), de las cuales 28.000 corresponden a Mallorca. "A nivel europeo somos una potencia y la tercera comunidad" en España tras Andalucía y Cataluña, añade Fullana.

Para que una finca pase a tener el certificado ecológico han de pasar dos años hasta que la tierra se reconvierte.

Desde Eco Sa Teulera, Adrover recuerda que los primeros diez años fueron "muy duros", pero hubo dos puntos de inflexión que sirvieron de espaldarazo para los productos ecológicos, las crisis de las "vacas locas y de la peste aviar; fue curioso, pero supuso un empujón".

La empresa de Joan Adrover es familiar, el 70% de su producción lo comercializa directamente con el consumidor, a través de las ventas en la finca, y una tienda en Manacor y dos en Palma (mercado Santa Catalina y calle Menorca).

La diferencia entre consumir un producto orgánico y otro convencional "no siempre está en el sabor, pero sí en la conservación -aguanta hasta diez días-, al haber crecido "a su ritmo", dice Adrover, quien se considera "un repartidor de salud".

Una lechuga ecológica necesita tres meses de cultivo, una convencional está lista para el consumo en un mes, acota Fullana. Como para no haber diferencias.

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