En estos momentos de profundo dolor y tristeza, con incapacidad absoluta para asimilar tu pérdida, sólo se me ocurre darte las gracias. Gracias por hacer de España un país mejor, gracias por hacer del PSOE un partido mejor.

Fuiste el hombre que impulsó nuestra educación para hacerla universal. El que puso toda su energía, siempre contagiosa, en extender nuestro estado de bienestar. Fuiste el socialista que sostuvo el partido en sus momentos más difíciles. Fuiste la voluntad inquebrantable que desarmó definitivamente la violencia del terrorismo. Te recordaremos por todos esos méritos y muchos más, aunque tu no te atribuyeses nunca ninguno.

Alfredo Pérez Rubalcaba fue un político extraordinario. Parlamentario sólido y gran negociador. Brillante, inteligente e irreductible contra la injusticia. Trabajador incansable y defensor irredento de la pluralidad y la diversidad de España. Honesto y sólido. Sensible y cercano. Modesto y comprometido. Hombre de Estado y amigo.

Tuve el inmenso honor de formar parte de su ejecutiva. De conocerle, admirarle, respetarle y quererle. Tuve oportunidad de compartir con él momentos de gran felicidad y algunos muy complicados. No olvidaré nunca su humor inteligente, sus consejos, su constante capacidad de innovar y sorprender. Nunca dejaré de admirar su talento para argumentar y su pasión por compartir, por enseñar, por ayudar. Jamás olvidaré la generosidad con la que siempre, siempre, estuvo cuando lo necesité.

Alfredo, siempre necesitaremos tu inmenso corazón.

Te echaremos mucho de menos.