Si Pedro Sánchez y Pablo Casado ni siquiera reparan en evitar solaparse en su visita electoral a Mallorca significa que están cumpliendo un mero trámite. No importa su presencia momentánea y unos mensajes difíciles de vincular a la realidad local, se trataba de evitar el reproche, o la decepción de los respectivos incondicionales, por haber prescindido de la fotografía en la bahía de Palma. El marco, entre Dalt Murada y el Palacio de Congresos, apenas un kilómetro de distancia, era de difícil competencia y capaz de incentivar la envidia entre el mayor caudal peninsular de votos. La verdadera pugna electoral se dirime en el continente, las islas, por lo menos estas mediterráneas, permanecen ancladas como estación de enlace. Por eso tanto el candidato del PP como el del PSOE ni siquiera se procuraron la exclusividad del escenario o de una jornada particular propia en tierras mallorquinas.

Los candidatos hablan para los medios antes que para el auditorio particular y afín que tienen ante ellos. Su principal utensilio son los micrófonos y cámaras dispuestas para intercambiarse mensajes, y sobre todo reproches, entre ellos. Pedro Sánchez aprovecha la visita a Palma para decantar a favor de la cabeza de lista socialista por Sevilla, María Jesús Montero, el rifirrafe que ha tenido con la beligerante candidata del PP en Barcelona, Cayetana Álvarez de Toledo. Niegan un juego que sin embargo practican, el del feminismo no siempre respetado y el de la irreverencia ante la libertad sexual de género.

Cuando se desconoce o se obvia la identidad se alcanza la uniformidad. Cataluña da para mucho, pero siempre en blanco o negro sin matices de grises intermedios. Por eso el discurso político de hoy se tiñe de ese color deprimente. Casado ha venido a decirnos que no consentirá una degradación a modo de "apéndice" de Països Catalans para Balears y que aquí los buenos médicos no saben idiomas ni manifiestan sensibilidad ante ellos.

¿Hay noticias de un compromiso fiscal o de una financiación seria y justa para este archipiélago? Ni el Casado salvador ni el Sánchez amical demostraron saber o preocupación ante ello. El presidente candidato a la repetición se ocupó de cuestiones más domésticas y prácticas dando un valor sobredimensionado a la experiencia de diez meses en el ejercicio del cargo. Por lo menos sabe algo de las carencias de vivienda y alquiler que bostezan sin remisión en esta Mallorca saturada.

Para más detalles, por si acaso cae algo más concreto, deberán plantarse ante el espectáculo del debate televisivo a cuatro ahora que la Junta Electoral ha parado los pies a Vox y el presidente Sánchez se ha decantado por el canal público para mayor enfado y decepción de Atresmedia.