"Pepe debe llevar cuatro o cinco años viviendo en los bajos del edificio del Centro Oceanográfico de Balears. Yo le conozco desde hace unos dos y medio, cuando empecé a coincidir con él cuando sacaba a pasear a mi perro", empieza su historia Antón Corpas, un asturiano de 30 años que reside en Mallorca desde hace ocho.

"Hará un mes y pico, creo recordar que era un jueves, respondió con un gesto desabrido a mi saludo, algo extraño en Pepe. Cuando me interesé por él me dijo que le dolían mucho las piernas. Así que llamé a una ambulancia y cuando llegó, se negó a que lo llevaran al hospital y se tuvo que ir de vacío, aunque me dijeron que si empeoraba les volviera a llamar", continúa.

El sábado siguiente se lo encontró peor y volvió a requerir los servicios de una ambulancia, que nuevamente tuvo que regresar sin nadie dentro por una nueva negativa del indigente a ser trasladado. Dos días después, el lunes 25 de febrero, la situación ya no permitía más demoras: Pepe estaba babeando, ya no contestaba, no podía ni hablar.

"Me puse a llamar por teléfono a todo el mundo. Primero hablé con el IMAS, que me remitió al ayuntamiento de Palma y luego este hizo lo mismo y me facilitó un teléfono de Serveis Socials. Fácilmente estuve tres horas intentando conseguir ayuda de manera infructuosa. Se me quitaban de encima pasándome de un sitio a otro", se indignaba aún ayer este joven que, contrariamente a lo que es habitual en estos tiempos, todavía se preocupa por las personas con problemas.

Prueba de su indignación es el vídeo que colgó en su cuenta de Facebook del momento en el que, con un Pepe prácticamente agonizando a su lado, daba rienda suelta a su rabia. Unas imágenes que acompañó del siguiente comentario: "Ya está ingresado, pero no fue ni gracias a servicios sociales ni al ayuntamiento, fue con la ambulancia porque estaba con arritmia cardiaca y tenían la obligación de llevárselo...VERGÜENZA Y ASCO es lo que me da el ajuntament de Palma, Servicios Sociales e IMAS".

Vea aquí las imágenes del reportaje.

Y es que, tras este intento fallido de recabar ayuda, tuvo que llamar de nuevo a la ambulancia. En esta ocasión, Pepe no tuvo fuerzas ni voz para negarse y se le trasladó de urgencias a Son Espases, donde a día de hoy continúa ingresado a la espera de que le adjudiquen una plaza en un centro social. Siempre y cuando este tozudo 'sin techo' acceda a ocuparla.

"Voy todas las semanas dos o tres veces a verle, me da mucha pena el pobrecito. Al contrario que el Ayuntamiento, del trato que está recibiendo en Son Espases por parte de la doctora Nadal y de todo el equipo de enfermeras y de la trabajadora social solo puedo hablar maravillas", diferencia Antón.

"Pepe ya está mejor, pero mientras no acceda a irse a un centro social no le pueden dar el alta. La semana pasada parecía que entraba en razón, pero luego se echó otra vez atrás", concluía esta persona solidaria que el pasado viernes le organizó una visita sorpresa a Pepe junto a otros seis vecinos del barrio. "Cumplía 78 años y le llevamos bombones. ¡El pobre! No se lo podía ni creer cuando entramos en la habitación!".