Carmen Sánchez Contador vierte en estas líneas su opinión sobre la eutanasia en su calidad de miembro de la Associació de Dones de les Illes Balears per a la Salut (ADIBS) y como fundadora y presidenta de la Asociación Balear de ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) que comenzó a funcionar en el segundo trimestre del año pasado.

Y lo tiene meridianamente claro: "Hay que legislar la eutanasia porque es un derecho de las personas como paradigma del derecho a decidir", sostiene.

Pero como sus compañeras de la página precedente matiza que antes debe tener lugar "un debate social potente en el que se aborde el asunto desde las creencias, los aspectos legales y la política".

Que es una voz autorizada lo certifica el hecho de que ha vivido en propia carne una circunstancia similar a la que ha reabierto el debate social en torno a la eutanasia y que también ha reavivado en plena campaña electoral una discusión política que, como sus compañeras, califica de "muy pobre": Su marido falleció de ELA hace tres años.

"Mi marido pidió la eutanasia. Afortunada o desafortunadamente, se encontraba en un estado tan deteriorado que la sedación paliativa que se le dio, ajustada a la legalidad del momento, le mantuvo tan solo veinte minutos más con vida", rememora antes de posicionarse claramente porque se permita a las personas decidir cómo quieren morir.

"Y la tecnología sanitaria nos va a complicar cada vez más el proceso de morir", anticipa previendo un mayor "encarnizamiento terapéutico" de la mano de los avances técnicos. Para Sánchez Contador, la eutanasia debería aplicarse a toda persona que expresara de forma voluntaria su deseo de morir. "Una persona a la que su situación vital ya no le aporta nada positivo y no tiene ninguna expectativa de mejora. Esa vida ya no tiene la dignidad que desearía y le provoca un gran sufrimiento, ya sea este físico, psíquico o moral", acota.

"Hay que respetar la autonomía de cada persona, que nadie te imponga vivir con un sufrimiento que no quieres padecer", sostiene Sánchez Contador antes de concluir recordando que en esta comunidad se puede dejar dicho, con el documento de voluntades anticipadas, cómo quieres morir. Decidir, previa información, qué tratamientos quieres recibir y cuáles no. Un documento que, acaba, puede ser modificado cuantas veces se desee.