En el año en que el caso Cursach ha caído bajo la jurisdicción del juez Florit el único fruto que se conoce de labor para desenmarañar una trama criminal que afecta a funcionarios, policías y políticos, es la investigación sobre una presunta revelación de secretos a instancias, no hay que olvidarlo, de los principales imputados.
Florit ha convertido el caso Cursach en el caso Móviles. Se ha desmontado la unidad que investigó los delitos del empresario y ha dedicado recursos, y los que vendrán -ayer mismo Barceló anunciaba la incorporación de dos fiscales más- a analizar la labor de su predecesores, que cometieron el 'error' de perseguir delitos y condenas. Lo ha hecho vulnerando un derecho recogido en la Constitución, el de información, que parece haber olvidado, algo que niega con unos argumentos como que incautó los móviles, porque sí, sin hacer, ni pretender, un uso de ellos. Increíble.
