La Facultad de Medicina necesita 40 médicos para el curso 2019-2020, cuando los alumnos que comenzaron la carrera en Palma llegarán a cuarto. Se han presentado 140 currículos para una actividad mal pagada. Es una buena noticia -no que esté mal pagada sino que haya tantos aspirantes-. Significa que unos estudios recibidos con reticencias cuentan con un respaldo amplio del colectivo sanitario.

La facultad se prepara para el momento en que la primera promoción pase consulta. Una consulta de pega en la que se evalúan las capacidades de los alumnos para tratar a enfermos de verdad.

Como experto en cuestiones sanitarias -desde el lado del paciente, no del facultativo-, agradezco que los profesores enseñen los más recónditos lugares del cuerpo humano, a comprender los síntomas y a suministrar el tratamiento adecuado.

Pero me gustaría que también explicaran algunas técnicas que quizás no aparecen en los libros.

Conviene que les digan que miren al cliente -lo somos porque pagamos con impuestos la sanidad pública-. Los ordenadores son muy útiles para recabar los resultados de los análisis o el historial, pero observar y escuchar con atención ayuda más que la pantalla a resolver un caso.

Expliquen que deben empatizar con el enfermo. En ocasiones pierde sus defensas, y no me refiero a las del cuerpo, en cuanto entra en la rueda sanitaria. Si además le visten con bata hospitalaria, la dignidad cae varios enteros.

Está enfermo, pero no es tonto. Quizás sea un físico nuclear, o un eminente filósofo, o el mejor de los carpinteros. Necesita palabras claras. No ñoñerías.

Enséñenles a preguntar. Para un periodista es importante formular las cuestiones adecuadas y repreguntar cuando la respuesta no le satisface. Para un médico resulta vital.

Todo esto también es parte de la medicina.