Najat Vallaud-Belkacem nació en una aldea de Marruecos. Vivía en una casa sin agua ni electricidad. Aterrizó en Francia con su familia cuando tenía cinco años. Cuando cumplió los 37 era ministra de Educación del país, en el gobierno socialista de François Hollande.

En su autobiografía, Najat anima a los jóvenes migrantes: "Nunca te disculpes por querer ir más lejos y más alto. La ambición es la riqueza de los pobres. Y mantente fiel a lo que eres".

Lamia Abbasi también nació en Marruecos. Llegó con cinco años a Mallorca. Y hoy, a sus 22 años, forma parte de las listas del PSOE al ayuntamiento de sa Pobla. Y aunque no ha leído la biografía de Najat Vallaud-Belkaucem, Lamia y otros compañeros trabajan para lanzar un mensaje muy similar a los jóvenes marroquíes residentes aquí: les animan a que se rebelen contra ideas preconcebidas, las bajas expectativas (propias y/o ajenas) y el conformismo y "que continúen sus estudios, averigüen qué les gusta y estudien para ir a por ello".

Ése es el objetivo principal con el que nació la Asociación de Estudiantes Marroquíes de Balears (AEMB) hace dos años. Hoy cuenta con unos 25 asociados. Lamia es la secretaria y ella misma se topó con que en su instituto no le recomendaban ir a la universidad pensando que no podría con la exigencia. Pero ella siempre había querido ser maestra de inglés.

Y como era lo que quería y tenía el apoyo de su familia, lo peleó. Y hoy está a escasos meses de acabar el grado de Educación Primaria.

"Muchos niños marroquíes que viven aquí se creen que por ser de fuera hay cosas que no pueden hacer", explica. Ella lo ve ahora que está haciendo las prácticas en un colegio: "Te ven ahí y te dicen: ¡Ah! ¿ Tú eres maestra? ¡Pero si eres marroquí!".

Hoda El kammouni es vocal de AEMB y, como Lamia, está haciendo las prácticas de magisterio en un colegio. También se encontró en clase con un niño marroquí que no podía creerse que ella fuera maestra. "Decía: '¡No puede ser, no puede ser! '".

Sus jóvenes compatriotas, explica, "ven que los marroquíes hacen determinados trabajos y tienen interiorizado que esos serán sus trabajos", apunta: "Cuando ven a un profesor o un médico marroquí no les entra".

Y es que no tienen muchos referentes: "Creen que han de hacer los trabajos que otros no quieren hacer, creen que han de ser camareros o tener una tiendecita", apunta Lamia, "solo piensan en trabajar para sobrevivir, pero no para prosperar y realizarse". Y por eso muchos abandonan los estudios en cuanto pueden y se van a trabajar de lo que sea.

El archipiélago balear es una de las comunidades con mayor proporción de estudiantes de origen extranjero. Y entre estos, los marroquíes son la nacionalidad más presente (cerca de 7.000 alumnos).

No hay datos sobre la incidencia del abandono escolar entre el alumnado marroquí, pero sí se sabe que en Balears una cuarta parte de los jóvenes dejan los estudios de forma prematura y todos los estudios prueban que los estudiantes de origen extranjero fracasan en términos escolares más que los nativos. Está demostrado que cuanto antes se incorporen estos estudiantes al sistema educativo de las islas, mejores resultados obtienen.

"Hemos notado que llegan a 3º de ESO y luego muchos se van a trabajar", apunta Mohamed Bouzid, presidente de la asociación: "No es algo que pase solo entre los estudiantes marroquíes, pero queremos ayudar a éstos a que no repitan el mismo círculo, no tienen por qué trabajar todos de camarero o en la construcción".

Mohamed, que estudió Filología Hispánica en Marruecos y llegó a la UIB con una beca Averroes para cursar un máster, se animó a impulsar la asociación al estar muy preocupado por la situación de los marroquíes en España. Cree necesario "sensibilizar" a los jóvenes para que sigan estudiando: "Necesitamos trabajar en eso para que haya gente formada que pueda llegar lejos, como ya pasa en otros países como Francia u Holanda".

Trabajo con las familias

No solo tratan de concienciar a los niños y jóvenes, también se dirigen a sus familias: ¿Fomentan éstas que sus hijos sigan estudiando?

"Algunos sí les animan, dicen 'yo no pude estudiar, quiero que tú estudies', pero también hay otros que no le dan importancia, como entre los españoles", dice Hoda. Son conscientes de que todavía "hay mucho que hacer" en cuanto a concienciación entre los niños y jóvenes, entre las familias y también entre orientadores y profesores: "Que no nos digan que no podemos ir a la universidad solo por ser marroquíes".

Para Mohamed, que haya marroquíes formados y preparados para ejercer profesiones y ocupar puestos de responsabilidad es importante para el bienestar y progreso social de sus compatriotas, pero también para "mejorar la integración".

Lamia y Hoda llegaron aquí con pocos años y son conscientes de que como segunda generación suponen un punto de inflexión en el proceso de integración. Tanto ellas como Mohamed aseguran que no han tenido problemas graves por xenofobia, aunque sí tienen amigos que han vivido episodios duros.

Lo que sí ha percibido Lamia son "cosas minúsculas". A veces solo por llevar velo ya nota que le ven y tratan diferente: "Y hasta que no interactúan contigo no cambian esa visión, luego cuando hablas con ellos ven que no eres de otro mundo, solo que tienes otra cultura y otra religión, pero puedes tener los mismos pensamientos que ellos". El problema "es el desconocimiento".

Confían en que la tercera generación ya ni tenga que notar esas "cosas minúsculas", aunque ven con "preocupación" la llegada de partidos como Vox y la difusión de mensajes de odio. Están al tanto de las dos denuncias presentadas en Fiscalía por la asociación de Musulmanes en España contra este partido: "Es muy triste, piensas: ¿Pero todavía estamos con esto?".

Ellos, la AEMB, siguen poniendo su semilla para facilitar la integración y el progreso de los marroquíes en Mallorca. A Lamia cuando los niños marroquíes de su colegio le oyen pasar del castellano al mallorquín y luego al árabe se quedan pasmados.

Cuenta una anécdota: "Hicimos una excursión con los niños y cuando me subo al bus el conductor me dice ¿Tú también subes? y yo ' clar, jo soc sa mestra'. El conductor se lo preguntó a la otra profesora a ver si era verdad, y eso me hizo daño: no me molestó que me confundiera con una mamá sino que de primeras me hablara en castellano, yo con mis hermanos hablo en catalán". Hoda se ha encontrado situaciones similares : "Hay cosas que la sociedad aún no tiene interiorizadas, les choca".

"Mi árbol crece aquí"

Lamia tiene clara su respuesta sobre su identidad: "Mis raíces están en Marruecos, pero mi árbol crece aquí". Cuando le preguntan de dónde es no dice Marruecos, ni España, ni Mallorca, responde con un entusiasta: " Jo soc de sa Pobla!". Para ella la integración tiene dos partes y ambas deben trabajar: "Yo me esfuerzo, todos tenemos que poner de nuestra parte, sino no podemos hacer nada:si quiero entrar a una casa pero la puerta está cerrada, por mucho que yo lo intente no se va a abrir".

Para ella "integrarse combinar lo bueno de tu cultura y lo bueno de la mía y hacer una comunidad todos juntos" ¿Y de aquí con qué se queda? La pregunta casi le ofende: "¡Con Sant Antoni!" Le encanta la fiesta y siempre va con unos amigos de sus padres a torrar: "Ellos comen lo suyo y nosotros lo nuestro, no necesito comer cerdo para ser poblera". Y para tener amigos de aquí no necesitan beber alcohol ni hacer botellón: "Saben que no vamos de eso, lo respetan y ya está".

Su vínculo con el pueblo es tal que incluso se ha animado a adentrarse en la política y forma parte de las listas socialistas al ayuntamiento de sa Pobla con Catalina Cladera: "No se me ocurre mejor manera de ayudar al pueblo", resume con sencillez.

Sabe que dar este paso también lanza un mensaje a los y las jóvenes marroquíes residentes en Mallorca: "Por el hecho de ser mujer y musulmana no significa que no pueda hacer cosas importantes".