José Antonio ayer no paraba de reír. De verdad estaba pasando un buen rato. Su risa es contagiosa y su buen humor envidiable. José Antonio prefiere no decir su apellido. Todavía son pocos los de su entorno que saben que esta pasada Navidad recibió un regalo que no estaba en su lista. Le fue diagnosticado un cáncer. No importa cuál. Ayer a él tampoco parecía importarle su enfermedad. Fue a la sede de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) en Palma a empezar el sábado riendo. La iniciativa de participar en el taller de risoterapia fue de su esposa, ella le acompañó hasta la calle Aragó.

Contra la ansiedad

Un grupo de veintidós personas se animaron ayer a comenzar el fin de semana muertos de risa, siguiendo las dinámicas dirigidas por Laura Barjau, de Atenzia, la entidad que junto con la AECC lidera Contigo, el servicio de atención continuada para el paciente oncológico. "Está abierto a la población en general. La idea es naturalizar la enfermedad y que venga quien quiera", explica por su parte Yanina Paglioni, trabajadora social de la AECC.

"¿Estáis preparados para reír?. ¿Habeís hecho alguna vez risoterapia?", les interpeló Laura Barjau. "El objetivo no es reír en sí, es ponernos las grapas del humor, tan importantes para seguir por la vida". Al reír, les contó Laura, "el cuerpo segrega muchas 'inas' que cambian el estado de ánimo y ayudan a combatir la ansiedad", entre otros beneficios.

Al ritmo del trabalenguas "jacaguaca, jacamala", combinado con ejercicios de respiración empezaron las primeras risas, a las que siguieron una ronda de presentaciones que se suponía que discurría por el passeig del Born, y había que presentarse con el nombre y el latiguillo de "a mí me pica..." el lugar del cuerpo elegido por cada participante. Luego todos comenzaron a charlar en chino y alemán inventados. "Aprobado para todos en idiomas", decretó entre risas Laura.

Y en ese contexto de diversión siguió la mañana. A Conchi Domínguez seguro que le vino bien, aunque se sentía "extraña". Se animó a participar por indicación de su psicóloga. "Estaba cayendo en una depresión. Llevo mucho tiempo encerrada en casa". Hace tres años que lucha contra el cáncer, la risa le hace mucha falta.