Es un hongo quítrido de los anfibios cuyo nombre es Batrachochytrium dendrobatidis, en adelante Bd, y que se ha convertido en el agente patógeno más destructivo de su historia acabando totalmente con varias especies de ranas o reduciendo su población en un 90% en hasta 501 tipos de anfibios.

Este hongo, originario de la península de Corea y que provoca en las ranas una enfermedad mortal llamada quitridiomicosis, llegó, o mejor dicho fue detectado, en hasta cuatro puntos de Mallorca en el año 2005. "En tres de ellos conseguimos erradicarlo en los dos años siguientes. En el otro aún persiste. Aunque el año pasado pensábamos que lo habíamos erradicado, finalmente no ha sido así", explica Eva Moragues, doctora en Biología de la UIB y técnica del servicio de Protección de Especies del Govern.

Aunque parezca fácil, conseguir erradicar este hongo parásito letal para los anfibios que suponía una seria amenaza para la supervivencia del ferreret, no lo ha sido. De hecho, tan solo se ha logrado hasta ahora por primera vez en todo el mundo en un único punto, la Serra mallorquina.

"Y ha sido posible gracias a la metodología de Jaime Bosch (investigador especializado en esta epidemia del Museo Nacional de Ciencias Naturales) y a la colaboración y el trabajo de campo desplegado por nuestro servicio de Protección de Especies", subraya Moragues, que explica que en la actualidad hay 35 poblaciones de ferrerets en Mallorca, 34 de ellas en gorgs y torrentes poco accesibles de la Serra y la otra recientemente creada en un punto aislado con agua de la Serra del Llevant mallorquín.

Aunque inicialmente esta especie prehumana (presente en las islas antes de la llegada del hombre) habitaba en Mallorca y en Menorca, la llegada de especies invasoras y depredadoras como la rana y la serpiente de agua en el siglo I de nuestra era obligó a los sapillos baleares a ponerse a salvo de ellos recluyéndose en zonas poco accesibles de la Serra. Aunque, lamentablemente, se extinguió en Menorca. "En esta isla no hemos podido reintroducirla porque no hallamos zonas exentas de sus depredadores", explica la bióloga.

Larva por larva

Sobre la forma en la que han conseguido erradicar el hongo Bd, Moragues detalla que "primero sacamos las larvas del gorg o torrente infectado y luego las llevamos al centro de cría de ferrerets que tenemos en la finca de Planícia. Allí las tratamos con antifúngicos. Como las esporas del hongo pueden permanecer en el punto de agua, lo vaciamos y también le damos un tratamiento antihongos".

Como suele haber ejemplares adultos en la zona, no repoblan el punto de agua tratado sino que esperan a que esto ocurra de forma natural una vez que vuelva a tener agua tras una lluvia o una torrentada, añade. "En el punto de cría les hacemos análisis a las larvas (frotis bucales) y las vigilamos hasta que se produce la metamorfosis. Una vez que han llegado a la fase adulta, ya podemos decir que sobrevivirán al hongo", concluye Moragues la explicación del único método que, hasta ahora, se ha mostrado efectivo contra el letal Bd. Un modelo que, claro está, solo es reproducible en zonas con puntos de agua aislados y permanentes y nunca en selvas con una pluviosidad frecuente y abundante.

En cualquier caso, el trabajo que está llevando a cabo este servicio de Protección de Especies con el ferreret, un ser vivo presente en el archipiélago antes que el hombre, es elogiable. Cada verano desde el año 1991 recuentan las larvas una por una -con careta y tubo, traje de neopreno y linterna en mano- sumergiéndose en los gorgs donde crecen. "Y, en general, la tendencia de este recuento es ir subiendo", explica la experta revelando que facilitar un número real de la población adulta es imposible dada la actividad nocturna de este anfibio así como por su costumbre de hurtarse a la actividad de los depredadores ocultándose en las grietas de los terrenos rocosos.

Asimismo, cada año crean nuevos puntos de cría cuyas condiciones idóneas enumera la bióloga para concluir: "Tienen que tener agua de forma permanente todo el año; que no haya depredadores cerca; que sea una zona con rocas para que puedan ocultarse y, por último, también es un valor añadido que se encuentre en una finca pública para que no nos pongan trabas para realizar nuestro trabajo".