Son unos anfibios muy sensibles a cualquier cambio en su hábitat. Al vivir en zonas poco accesibles, ha evolucionado sin necesidad de defenderse contra sus depredadores.

De pequeñas dimensiones, no supera los 4 centímetros de largo ni los 3,5 gramos de peso. Tiene unos grandes ojos para ver de noche y unos tímpanos muy visibles. Como curiosidad, es el macho el que carga entre sus patas los huevos fecundados por la hembra.

Se alimenta de algas y restos de animales cuando es larva y de pequeños invertebrados de adulto.

Debe su nombre a su canto, un silbidito muy agudo similar al ruido de un herrero (ferrer) al golpear su fragua. El primero que se halló, en estado fósil, fue en 1977 en la Cova de Muleta (Sóller). El primer ejemplar vivo, en el año 1980 en el Torrente des Guix.