Héctor Vidal (Palma, 1980) es ingeniero de Telecomunicaciones y desde hace cinco años enseña Matemáticas en el colegio Sant Josep Obrer. Es uno de los dos profesores de Balears con los niveles Educador 1, Educador 2, Profesor Innovador y Formador Certificado por Google for Education.

—Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Sabe cuántos lectores pierdo solo por anunciar que hablaremos de Matemáticas?"

—Espero que pocos, nada más lejos de mi intención. Es una asignatura que tiene una fama horrorosa, así que intento explicar su utilidad para que le pierdan el miedo.

—¿Cómo nació su pasión por las matemáticas?

—Hasta los quince años se me daban mal porque no les veía la utilidad, pero un profesor de Montesión cambió mi concepción en segundo de BUP con cosas más aplicadas.

—¿A cuántos alumnos cura cada año del odio a las matemáticas?

—Calculando grosso modo, a unos doscientos. No todos se curan pero, aplicando la campana de Gauss, sí la mayoría. Es una asignatura menos transversal que otras.

—Profesor es un trabajo más.

—No, la profesión de docente es vocacional en gran parte. De lo contrario, sería un infierno meterse en un aula con equis alumnos.

—¿Google actúa como una universidad?

—Es una escuela a distancia, que solo requiere de días de presencia física para el nivel de Innovador, que se celebró el octubre pasado en Madrid con un proyecto a desarrollar durante un año. El mío se titula "Dándole la vuelta a la enseñanza de las matemáticas".

—¿Qué es esa enseñanza 'flip' que usted aplica?

—Es la clase invertida. Es decir, la explicación tiene lugar en casa con vídeos para recordar y comprender, en tanto que los deberes se hacen en el aula.

—Usted es ingeniero, no un matemático puro.

—No hay celos profesionales, la ingeniería me da una visión más aplicada de las matemáticas, ni mejor ni peor que la de matemáticos, arquitectos o físicos. Mi carrera me ayuda a entender para qué sirven.

—¿Los alumnos pueden tener móvil en sus clases?

—No me crea problemas. Si no tienen ordenadores, utilizan sus teléfonos para ver los vídeos educativos. Han de darles un uso racional, pero un alumno se distraerá con o sin móvil.

—En matemáticas no se puede adoctrinar.

—No pueden encontrarse ejercicios contextuales en todas las asignaturas, y buscamos contextos reales y neutrales. No he tenido ningún problema, ni tampoco lo he visto en el ambiente que respiro.

—¿Por dónde empezar con las matemáticas?

—Depende de los conocimientos previos. Si es por curiosidad, es bueno empezar por la divulgación matemática. En el Canal Historia vi un documental fascinante sobre la historia de los números primos.

—Adolfo Suárez decía que no pueden enseñarse las matemáticas en catalán.

—Las enseño en catalán y en castellano sin ningún problema, fomentando el aprendizaje en la lengua materna. Los términos matemáticos son parecidos en ambos idiomas.

—"Quiero que mis alumnos puedan hacer posible lo imposible".

—Es un lema referido a los ingenieros, como en la obra increíble de la iglesia de La Porciúncula, ovalada y sin pilares centrales. La estructura la hizo mi abuelo, Juan Cerdó Pons.

—¿Qué es imposible para sus alumnos?

—Los problemas que tienen que ver con la vida cotidiana, el proceso de abstracción para transformarla en una ecuación. Los alumnos están perdiendo la comprensión lectora.

—El mejor profesor de Matemáticas de Balears ha sido Pedro Cerdá.

—No lo conozco, pero Pep Cerdà tiene trabajos extraordinarios de realidad virtual aplicada al aula.

—¿Puede decirse que a las mujeres les cuestan más las matemáticas?

—Esto es un marrón en toda regla. Creo que no, pero esa afirmación se basa en que hay menos mujeres en carreras técnicas. En el bachillerato tecnológico, o en mi ingeniería.

—¿Cuál es su talón de Aquiles matemático?

—Me cuesta explicar, a alumnos de Primero y Segundo de ESO, conceptos que para mí son evidentes pero no tanto para chicos de once y doce años. La solución es la paciencia, la presentación de forma muy pautada y la repetición.

—¿Los alumnos saben que vivirán peor que sus padres?

—Quiero pensar que no, quiero que estudien para vivir bien. No sabemos qué profesiones habrá de aquí a veinte años. Si dos década atrás nos hubieran dicho que community manager sería un trabajo con futuro, no lo hubiéramos creído.