Isabel Roig no es una persona que se de por vencida fácilmente. Y cuando se marca un objetivo, va a por él hasta alcanzarlo.

Al empezar Bachillerato no sabía ni qué carrera quería estudiar. Y hoy puede sacar pecho de haber obtenido la segunda mejor nota de España en el EIR, el equivalente en enfermería al MIR de la medicina. No es poca cosa: la joven de Santa Maria se ha enfrentado a 12.000 enfermeras de toda España en un examen de cinco horas, temario abierto y 135 preguntas. Solo un punto le separa de la mejor puntuación.

Isabel decidió estudiar enfermería tras ver la dedicación y gran labor que hacían estas profesionales atendiendo a su abuelo Pau, que era dependiente y vivía con su familia cuando ella estudiaba Bachillerato. Cada semana le visitaban a domicilio. "Me gustó mucho su trabajo y el trato que nos daban, a él y a toda la familia".

Así que decidió estudiar Enfermería. La puerta de la UIB se le cerró porque la nota de Selectividad no le dio por los pelos (Enfermería es de las carreras con las notas de corte más altas), así que hizo maletas y se fue a estudiar a Vic. Un año después solicitó el traslado de expediente, volvió y continuó estudiando en la Universitat.

Allí descubrió qué era lo que más le gustaba de su futura profesión: el trabajo de las comadronas. "Es muy bonito poder acompañar a la pareja en un momento tan bonito como el parto, aunque no es solo eso, la comare acompaña a la madre durante toda su vida reproductiva: es un perfil que puede hacer muchas cosas", razona.

Así que, de nuevo, vio claro su objetivo claro. Quería ser comare. Y para lograrlo sabía lo que tenía que hacer: superar el EIR (Enfermera Interna Residente) y poder especializarse.

Al acabar la carrera comenzó a prepararse para este maratoniana prueba para la que no hay un temario cerrado (algo que Isabel considera que debería cambiar). Fue combinando los codos con distintos contratos de trabajo.

Se presentó a la prueba por primera vez el año pasado. Y no lo logró: con una nota de 142 se quedó en la posición 1.200, cuando la oferta rondaba el millar de plazas en toda España.

"Decidí que lo volvería a intentar, pensé que si me había quedado a las puertas en ese primer intento, éste, 2019, sería mi año", narra. Se marcó como reto quedar entre las 600 primeras, o, incluso entre las 300 primeras. Este año la oferta total era de 1.075 plazas: 27 en Balears y, de éstas, solo 14 de comares. Había que afinar mucho el tiro no solo para lograr la plaza de la especialidad deseada, también para conseguirla en Mallorca. Isabel dio en la diana.

En abril comenzó a estudiar entre 7 y 8 horas diarias. Los viernes acudía a la academia del Colegio de Enfermería (COIBA). A partir de octubre, subió su jornada de estudio a diez horas cada día, seis días a la semana. Y el pasado 2 de febrero se enfrentó al examen. Conoció la nota hace escasos días: un redondo 100.

"Cada año es más largo y más difícil, es en realidad una prueba de resistencia", apunta la joven, que en abril irá a Madrid a elegir plaza y a finales de mayo comenzará la residencia, que será de dos años. Sabe que ésta no será fácil: a la enfermera residente se le exige pasar evaluaciones, hacer exposiciones, cumplir objetivos, presentar un trabajo de investigación...

A diferencia de lo que sucede con los médicos, el EIR no es obligatorio, aunque Isabel cree que a la larga debería serlo: "La especialización es el futuro", argumenta, "no es lo mismo trabajar en la UCI que en un quirófano".

Isabel Roig defiende que las enfermeras son "la base del sistema" y recuerda que son las que están "siempre con el paciente" y son por ejemplo las primeras en ver si hay alguna complicación. Celebra que recientemente se haya aprobado el decreto que les permitirá prescribir algunos medicantos y cree que las administraciones deberían seguir avanzando en su capacitación: "Podemos hacer muchas cosas, tenemos muchos conocimientos y mucha autonomía".

Sabe que le espera un camino bonito, pero también duro. Eso no le tira para atrás. A esta chica de Santa Maria, que ahora empezará además a prepararse para las oposiciones, poco le asusta. Agradece el apoyo de sus familias y amigos y anima a sus colegas enfermeros a no desanimarse si quieren especializarse: "Que lo intenten, es duro pero vale la pena".