Magdalena Nebot Vaquer (Capdepera era la roja, la hija de los presidiarios. Culpable por ser hija de sus padres. Señalada en la escuela por ello, víctima de acoso escolar. Criada por su abuela en aquellos primeros años de su infancia. Sus padres estaban encarcelados y su abuelo había sido asesinado. Magdalena solo tenía tres años y en lugar de tener algún recuerdo, velado por el paso del tiempo, de un juguete o de un abrazo tiene marcados en su memoria todos y cada uno de los episodios que ella y su familia vivieron por su militancia de izquierdas en la II República.

Junto a su madre, Maria Vaquer, pionera del feminismo en Mallorca que en los años treinta escribía en El Obrero Balear, huyó en un llaüt rumbo a Argelia, en 1951. Tenía 18 años. Iban a reunirse con su padre, Serafí Nebot, refugiado en aquel país desde 1947, tras haber recorrido las cárceles franquistas.

Después Magdalena se fue a París y trabajó de modista en altas casas de costura francesa, hasta que volvió a la isla en 1964.

Escucharle contar su historia eriza la piel. Ayer alumnos de segundo de bachillerato de los institutos Son Pacs y Politècnic fueron testigos de su testimonio oral y el de Lila Thomàs Andreu (Palma, luchadora contra la dictadura en los últimos años del franquismo, en un aula de la Universitat de les Illes Balears (UIB).

Como les explicó el profesor de la UIB David Ginard, los testimonios orales son fundamentales para reconstruir el pasado colectivo. La actividad forma parte del Programa de Orientación y Transición a la Universitat. La tarea de los estudiantes era participar con preguntas en este diálogo intergeneracional, y vaya si las hicieron. ¿Han podido perdonar? ¿Cómo era la educación? ¿Y aquello de que estaba prohibido hablar catalán? ¿Y el feminismo? ¿Habría que modificar la Constitución? ¿La extrema derecha actual se parece a aquella? "Sí", contestan al unísono las dos protagonistas.

Lila. Luchadora clandestina contra el franquismo, candidata a las primeras elecciones democráticas en 1977, exdiputada autonómica, exregidora y exdirectora del Institut Balear de la Dona. Un lazo amarillo pende de su chaqueta. "Mi familia era de derechas, mi padre magistrado, éramos una familia numerosa, siete mujeres y cuatro hombres". Los estudios eran para ellos. Las mujeres, a trabajar, explica. En aquella "Palma cerrada y de procesiones" optó por seguir estudiando por las noches y afiliarse al Partido Comunista".

Tras dos horas de una clase de historia en vivo, los jóvenes rodean a Magdalena, les ha hecho reír por su espontaneidad. David les invita a que hablen con sus abuelos, que no ocurra como con sus padres, cuando por miedo no se contaba la historia.