Eduardo Zaplana y sus dos presuntos testaferros valencianos, Joaquín Barceló y Francisco Grau, protagonizaron varios pelotazos urbanísticos en Somosaguas y la Vila Joiosa, con los que engrosaron las cuentas corrientes del entramado de empresas creado para blanquear el dinero de las presuntas mordidas y le sirvieron al exministro para comprar una casa y dos coches.

La mercantil de Barceló adquirió una parcela en la exclusiva urbanización La Finca (en Pozuelo de Alarcón, que acoge a los más VIP de la alta sociedad madrileña) a Urbanizadora Somosaguas en enero de 2005, según un contrato privado de compraventa. Apenas cuatro meses después, el 23 de mayo de 2007, Urbanizadora Somosaguas "adquiere nuevamente los derechos sobre la parcela urbana y la casa unifamiliar" en La Finca a la empresa de Barceló, Costera del Glorio, "por un importe notablemente superior: 4,3 millones de euros". "Esta operativa a través de la cual se adquiere y cede una propiedad a una misma empresa, con plusvalías superiores a 3 millones de euros, no se correspondería con la lógica comercial de un promotor inmobiliario", apunta la Guardia Civil.