Jornada agitada en el aeropuerto de Son Sant Joan por un invitado inesperado en su fiesta de la comunidad, la niebla. Un vuelo de Air Nostrum que tenía que cubrir el trayecto Palma-Maó y tenía prevista su llegada a la capital menorquina a las 10 45 tuvo que ser cancelado así como el correspondiente vuelo desde Maó a Palma que tenía que operar ese avión a las 11 15 de la mañana, según informó Aena, que señaló que mientras los pasajeros de Palma ya habían sido reubicados, los de Maó lo serían en vuelos de la tarde y la noche de hoy.
Asimismo, un vuelo desde Maó que tenía previsto aterrizar en Son Sant Joan a las 8 51 horas de la mañana no pudo hacerlo por la niebla y tuvo que regresar a Menorca, de donde volvió a partir a las 11 15 con destino a Palma donde ya pudo aterrizar sin mayores incidentes.
Otro vuelo procedente de Eivissa que tenía programado su aterrizaje en Palma a las 8 35 horas tampoco pudo hacerlo por las adversas condiciones meteorológicas y hubo de regresar a la Pitiüsa mayor. Tanto este pasaje como el que tenía que volar desde Palma a Eivissa en el mismo avión fueron reubicados en otros vuelos.
Pese a estas incidencias, Aena señala que los retrasos medios por la niebla fueron de 18 minutos y que el protocolo por fenómenos meteorológicos adversos se activó a las seis de la mañana y se levantó sobre las doce del mediodía, cuando la niebla ya se había despejado.
Palma se despertó en su día grande por la festividad de la comunidad autónoma cubierta por una densa capa de niebla que sorprendió por igual tanto a conductores como a los paseantes más madrugadores.
El fenómeno meteorológico afectó a numerosas operaciones aéreas previstas durante la mañana en el aeropuerto de Palma, donde se produjeron retrasos debidos a la falta de visibilidad provocada por la niebla.
60 vuelos afectados
Aena activó desde primera hora de la mañana el protocolo previsto por fenómenos meteorológicos adversos, en esta caso por la densa niebla que dificultaba la visibilidad en Son Sant Joan. Esto provocó una ralentización tanto en las operaciones de despegue como de aterrizaje de una media de 18 minutos y, sobre las once de la mañana Aena admitía que eran unos 60 vuelos los afectados por retrasos de diferente consideración.
En ese momento no se había producido aún ninguna cancelación y desde el organismo regulador de los aeródromos españoles se aseguraba que los pasajeros afectados ni siquiera se habían apercibido de los retrasos.
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