En el mercado inmobiliario de Balears se están dando un cúmulo de factores que han generado una tormenta perfecta en relación a sus precios y que explican los graves problemas que los residentes tienen para acceder a un inmueble.

El primero de los elementos que están condicionando al sector es el elevado precio del suelo, en muchos casos en manos de grandes grupos empresariales que están encantados reteniéndolo mientras ven como se revaloriza su inversión.

El efecto es doble: se promueve muy poca vivienda nueva y además ésta es muy cara. Para empezar, el coste de los solares es tan alto que obliga a edificar residencias cuyo precio supera la capacidad media del bolsillo mallorquín. Así que como el cliente final debe de tener un alto poder adquisitivo, la opción es edificar inmuebles de alta gama. Es decir, ya que los pisos han de ser caros, que sean muy caros y lujosos para atraer a "los ricos" y hacer que su venta sea más fácil.

A ello hay que sumar durante los últimos años una absoluta dejadez de las Administraciones públicas a la hora de impulsar la construcción de vivienda social para facilitar su acceso a las clases con menos recursos económicos, agravando así la escasez de residencias en el mercado.

Como la mayoría de las familias isleñas no puede asumir el precio de una vivienda nueva, optan por buscar una de segunda mano o en alquiler. El problema es que a la cola de los aspirantes a hacerse con uno de esos pisos se han venido sumando los extranjeros que quieren contar con una residencia en las islas o al menos pasar unos días en ellas. Y también han pedido turno muchos trabajadores llegados de otros puntos del país que acuden durante la temporada turística para ganarse un salario.

Mucha demanda, poca oferta

Y cuando hay poco producto en oferta y mucho cliente interesado, el efecto es inmediato: los precios se disparan hacia arriba. Con el agravante de que los compradores o inquilinos de otras nacionalidades pueden pagar más que la mayoría de los isleños, lo que explica la expulsión de estos últimos que se ha dado en algunas zonas, un fenómeno conocido como 'gentrificación'.

Pero el problema es que el número de isleños 'ricos' y de extranjeros de alto poder adquisitivo no es ilimitado, y buena parte de esta clientela ya tiene el inmueble que buscaba. Y como los demás no pueden pagar los precios que se piden, el resultado es que las compraventas que se registran en Balears comienzan a perder velocidad por no existir demanda solvente. Eso explica la esperanza existente en el sector de que precios y alquileres dejen ya de crecer. O al menos de que lo hagan de forma más moderada.