La transición energética no solo afecta al automóvil y a la industria de la automoción, con Baleares como comunidad pionera en España tras la aprobación de la Ley de Cambio Climático que pone fecha de caducidad a la venta de coches diésel y de gasolina en las islas.

La eliminación del impuesto del sol y, sobre todo, la aprobación el pasado mes de octubre del Real Decreto para la transición energética y la protección de los consumidores, que podría entrar en vigor definitivamente en mayo, abre la puerta al autoconsumo eléctrico compartido, es decir, a viviendas unifamiliares o edificios de viviendas energéticamente autosuficientes, o al menos en parte, inmuebles que generan y consumen su propia energía fotovoltaica, sin necesidad de depender del suministro de las compañías eléctricas tradicionales.

El futuro del autoconsumo ya está aquí. Pero ¿en qué circunstancias será rentable el autoconsumo eléctrico compartido en viviendas?, ¿qué cálculos debemos realizar para saber si nos interesa realizar una transición a una energía más limpia e inagotable como la solar?

¿Qué es el autoconsumo eléctrico compartido?

Cuando se habla de autoconsumo eléctrico compartido en una vivienda se hace referencia al consumo de energía eléctrica proveniente de instalaciones de captación renovables (placas solares) conectadas en el interior de una red de varios consumidores o bien a través de una línea directa de energía eléctrica asociada a una comunidad de consumidores. Los captadores de energía renovables normalmente son placas solares fotovoltaicas por lo que se suele hablar de autoconsumo fotovoltaico compartido.

Los tipos de instalaciones de autoconsumo compartido son tres. En la instalación básica, la única titularidad corresponde a la comunidad de propietarios y es la única usuaria de la instalación aprovechando la energía solar para las zonas comunes, como la luz de la escalera o el ascensor. En la instalación integral, la comunidad de propietarios es también la titular única de la instalación, pero en este caso también se abastece de energía a las viviendas y locales comerciales. Por último, en la instalación flexible, solo algunos de los vecinos se aprovechan de la instalación fotovoltaica de autoconsumo y el resto sigue conectado a la red eléctrica tradicional mientras se decide a conectarse en el futuro.

En el esquema básico la energía fotovoltaica generada a través de placas solares llega a un inversor a red, que transforma la tensión continua en alterna y que alimenta las necesidades de la vivienda y puede acumularse en baterías especiales que permiten almacenar la energía para un uso posterior.

Las ventajas del autoconsumo compartido son, en primer lugar, que se consigue que cada usuario produzca su propia electricidad, reduciendo el importe de la factuara eléctrica. Pero también la reducción de la dependencia de las compañías eléctricas y la utilización la utilización de una energía limpia, renovable, inagotable y mas respetuosa con el medio ambiente cuya generalización evitaría los inevitables cortes de electricidad y caídas de tensión en horas punta o en épocas del año en que la demanda se multiplica.

¿Es rentable el autoconsumo eléctrico compartido?

Hasta ahora los excesivos costes de legalización alargaban de forma injusta la amortización de estos sistemas entre 15 y 18 años, no solo por los costes de la instalación de las placas fotovoltaicas, sino también por los plazos y los procedimientos necesarios para la legalización de las instalaciones, que ahora será más rápida y sencilla, explica la OCU.

Por este motivo, la Organizador de Consumidores calcula que la amortización de las instalaciones se reducirá entre ocho y diez años, dado que la energía autoconsumida estará exenta de todo tipo de cargos y peajes, pudiéndose incluso establecer mecanismos de compensación para los excedentes que se viertan a la red.

Otro factor que reducirá los costes de amortización será la creciente eficiencia de los actuales paneles fotovoltaicos. La OCU ha realizado un análisis comparativos de nueve paneles y la mitad de estos sistemas son mejores que los de hace dos años.

Según los cálculos de OCU, un sistema de entre 245 y 260 Wp es capaz de producir entre 450 y 550 kWh/año, lo que supone aproximadamente el 10% del consumo anual de una familia y que proporciona un ahorro de entre 80 y 110 euros al año. Para OCU es una forma efectiva y directa de reducir la factura eléctrica.

Pero hay que tener en cuenta otras variables. Los expertos recomiendan hacer un estudio de cada situación. Es importante saber cuáles son los hábitos del consumidor. Saber si gasta más energía por la noche o por el día, si es una familia con muchos miembros. Si consume mucho en hora punta y es capaz de generar energía, se va a producir un ahorro.

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