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Opinión

Democracia de trincheras sin diálogo

Democracia de trincheras sin diálogo

España, gracias en buena parte a las acciones pasadas de sus dos grandes partidos y a los efectos políticos salvajes de la gran crisis económica, tiene hoy tres trincheras y cada vez menos espacios de diálogo, cuando es más necesario que nunca calzarse los zapatos del otro, entender su punto de vista y estar dispuesto a pactar por el bien común.

La eclosión poderosísima de Podemos en las sucesivas elecciones europeas de 2014 y generales y autonómicas de 2015 y 2016 introdujo en las instituciones la voz de la indignación y una esperanza legítima de millones de personas que pedían un cambio. Pero introdujo también el odio como nunca antes se había expresado en democracia.

Del pactismo pujolista al referéndum del 1 de octubre y la posterior declaración unilateral de independencia, Cataluña se ha ido separando ideológicamente de España hasta el paroxismo, hasta arrojar literalmente a sus líderes políticos en el Tribunal Supremo sin otra solución, exaltando las pasiones y olvidando cualquier política que no fuera la identitaria.

Y como consecuencia de la irrupción de la poderosa nueva izquierda y de la crisis catalana, ha surgido la tercera gran trinchera, la ultraderecha de Vox, la más peligrosa porque carece de cualquier ideario o ética más allá de la negación. No a Europa, no a Cataluña, no al extranjero, no a la lengua catalana, no al bilingüismo, no al feminismo, no al movimiento LGTBI, no a las conquistas sociales de los últimos 40 años. Amenaza a todos y aún así gana adeptos cada día, además de imitadores en PP y Ciudadanos.

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