“Se metían en la vida de la gente. Hay que quitarse de la cabeza que era un problema de falangistas”. Un emocionado Sebastián Lora recordaba ayer las vicisitudes que vivió en la clandestinidad durante la dictadura y cuando se acercaba su final. El sindicalista fue ayer ovacionado en varias ocasiones cuando repasaba los años vividos en su Andalucía natal. Aquel maestro que se negó a hacer la mili y llegó a pasar veintidós días hospitalizado por una paliza tiene “lecciones que le duran hasta hoy”. “Me podían haber matado”.

Lora participó en el acto ‘La Transición, memoria viva”, organizado por el PSIB en el Centre Flassaders. Con motivo del aniversario del 23-F, del que ayer se cumplieron treinta y ocho años, los socialistas reunieron a veteranos que rememoraron aquella época en la que “las ganas de libertad” ya eran imparables.

Más que de la jornada histórica que se vivió el 23 de febrero de 1981 con el golpe de Estado - “me di cuenta lo que era perder algo que habíamos conquistado”, reflexionó Antoni Tarabini- se relataron vivencias de los años previos a la democracia. Junto al sociólogo y Lora participaron los socialistas Emilio Alonso, su esposa, Marita Frau, Marta Llompart y el sindicalista Antonio Palomino, quien ahondó en “las ganas de libertad” por las que se luchó en la clandestinidad.

El relato de la represión y sobre todo de “la supremacía y la jerarquización -siempre había alguen encima de alguien”- le hicieron temblar la voz en más de una ocasión a Lora, entre aplausos de los espectadores. Entre ellos no faltaron la delegada del Gobierno, Rosario Sánchez, el director general de Consumo, Xisco Dalmau, Mercedes Garrido, José Hila, Silvia Cano o Carmen Orte, entre otros.

Examen para ser socialista

Ser mujer en aquellos años era toda una barrera incluso para hacerse de izquierdas. Marita Frau relató que para entrar en el partido socialista era necesario examinarse, con preguntas harto complicados sobre marxismo. Otra mujer, Marta Llompart rememoró cómo se “politizó” en Barcelona en 1975 y lo que extrañaba a los policías encontrar a una señorita joven como ella entre conspiradores contra el régimen en Madrid. Muchas risas se oyeron cuando Emilio Alonso relató cómo se organizó la primera Ejecutiva socialista y la lista electoral, confeccionada sin preguntar a los militantes. Para su sorpresa, dijo, salió diputado y su carrera de profesor “ahí se terminó”.