En los aeropuertos y aviones no está permitido fumar. Algo impensable hace unos años. "¿Cuándo llegará la hora en que esté prohibido el alcohol?" en esos mismos escenarios. "¿A qué tenemos que esperar, a que haya un incidente/accidente por el consumo de los pasajeros?", interpeló un agente de un cuerpo de seguridad español.

Los miembros de las Fuerzas de Seguridad españolas no se andaron ayer con rodeos en la cumbre internacional 'Repiensa tu viaje', celebrada en la Escuela de Hostelería de la Univesitat de les Illes Balears. Representantes de diez países pertenecientes al sector aéreo, la industria de bebidas, turoperadores, hoteleros, empresarios de ocio nocturno, las administraciones públicas, cuerpos consulares y organizaciones de prevención de drogas debatieron sobre los incidentes que provoca el alcohol en los vuelos y los destinos turísticos.

"Empezamos una campaña hace dos años y no nos hicieron ni caso", denunció el inspector jefe de la Policía Nacional José María Manso en el primer debate en torno a la conflicitividad que causa el alcohol a bordo de los aviones y en los aeropuertos. En el congreso, en el que para hablar con mayor libertad ante este tema controvertido se pidió no divulgar la identidad de los participantes, el inspector Manso no tuvo reparos en dar su opinión para reclamar la prohibición de esta droga. En el aeropuerto de Palma, dijo, "lo único que se ve es venta y más venta de alcohol, es un centro comercial" de bebidas, denunció. Por contra, cuando es necesario que las Fuerzas de Seguridad actúen ante la inseguridad que provocan los pasajeros ebrios todo son dificultades, empezando por que un médico debe certificar su estado.

Sus colegas británicos no llegaron tan lejos en el debate, iniciativa de la conselleria de Innovación, Investigación y Turismo y organizada por el Centro Balears Europa. Eso sí, se hizo hincapié en que no es un problema que se circunscriba a los más jóvenes y en que los conflictos en los aviones se deben resolver en los destinos donde llegan los aviones.

Timothy Colehan, representante de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA por su sigla en inglés), pone un ejemplo: si un avión del Reino Unido aterriza en Mallorca con un pasajero ebrio, la jurisdicción sobre él corresponde a aquel país en caso de que la aeronave esté allí registrada. "La policía británica es la que tiene el poder" y la legislación española "queda anulada". Que colaboren es una entelequia.

Colehan puso sobre la mesa el Protocolo de Montreal de 2014 que regula los actos cometidos en los aviones estableciendo un marco jurídico internacional para tratar a los pasajeros insubordinados. El gran problema es que un quinquenio después el convenio aprobado por los estados miembros de la Organización de Aviación Civil Internacional, incluidos los de la UE, ha quedado en agua de borrajas.

Inoperancia internacional

Solo lo han aprobado dieciséis países, europeos nada más Portugal y Malta, y son necesarios veintidós para su entrada en vigor. "Necesitamos urgentemente que el Gobierno español tome una postura", insta el representante de la IATA. Sería la herramienta para que los cuerpos policiales puedan actuar, pero implica cambios legislativos en los países firmantes.

Lo que queda claro es que urge una legislación europea que aborde estas cuestiones y permita velar por la seguridad aérea y atajar los incidentes en el aire provocados por el excesivo consumo de alcohol. La representante del Comité Europeo de las Regiones, Ewa-May Karlsson, se refirió a que la Comisión Europea ha señalado que les corresponde a los estados resolver los conflictos causados por el alcohol en los vuelos.

Según datos de la IATA de 2016, hay un incidente por cada 1.424 vuelos. De un total de 9. 837 incidentes con agresiones verbales y físicas de pasajeros agresivos, el 23% habían consumido drogas, entre ellas alcohol. Cada día 50 vuelos a nivel mundial tienen que lidiar con pasajeros ebrios.

Abusos verbales y violencia, rodeadas de compras en los duty-free, el poder de la industria de bebidas alcohólicas hay muchos intereses en juego, y por cierto, ayer se echó en falta en el debate la presencia de representantes de Aena.

Además de regular la adquisición de bebidas, hay que evitar que en los restaurantes se sirva a los viajeros ebrios, reforzar a las tripulaciones que se tienen que enfrentar a ellos y trabajar en la prevención. Faltan soluciones globales. A las aerolíneas de bajo coste se les pidió mayor implicación en las campañas. El debate está abierto, ojalá no sea en vano.