—Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Tienen aula de adoctrinamiento?"

—No, definitivamente no. Es una palabra que se me escapa, que no se da en el mundo donde me muevo. En mi profesión de maestra no cabe el adoctrinamiento.

—¿Los niños de diez años han entendido quién era Aina Moll

—Los de diez sí, los más pequeños no. Aplaudieron tras el minuto de silencio, y una maestra les explicó que la lingüista fallecida también había sido profesora. Para los maestros es importante el nombre del colegio, y fue una gran emoción que el Eugenio López y López pasara a llamarse Aina Moll.

—Aina Moll estaba orgullosa de dar nombre a un colegio.

—Le pedimos permiso y nos contestó que estaba muy contenta por la propuesta. El conseller Bartomeu Llinàs aprovechó para imponerle una medalla en el cambio de nombre. Aina Moll comunicaba muy bien, la gente la escuchaba con ganas de saber qué diría.

—Eugenio López y López no debe estar tan contento.

—Su familia, en todo caso. Era un director general de Educación del Ministerio, impuso mucho colegios con su nombre. No nos sentíamos representados. Un instituto puede recibir una denominación representativa, pero con alumnos pequeños necesitamos figuras que nos digan algo.

—¿Hubo oposición al cambio de denominación?

—El claustro fue unánime. Ahora bien, con 700 alumnos y más de mil padres, alguno no la veía representativa. No fue más allá de algún comentario del tipo "aquel ha dicho".

—Usted se llama Aina P. Moll.

—No soy familiar, mis padres son de Andratx y s'Arracó. Algún repartidor se asombra de que "le hayan puesto su nombre a la escuela".

—¿Están ustedes normalizados?

—Sí, todas las áreas se imparten en catalán, que también es la lengua vehicular, salvo inglés y castellano. Es fundamental que el alumno conozca el idioma, cultura y lo que viene detrás de Mallorca, donde va a vivir.

—¿Se puso la camiseta verde?

—Me la puse en la manifestación contra el TIL. Fue duro, mil reuniones, algunos enfrentamientos, éramos los mensajeros con las familias. Espero que no vuelva a ocurrir.

—En este colegio mandan las mujeres.

—Es lo habitual en el mundo de Primaria. Sobre todo en Infantil, con niños de tres a cinco años, los hombres son contados. En el Aina Moll no hay ninguno.

—¿Es conveniente que no haya maestros en Primaria?

—Puesto que hombres y mujeres son iguales, desde luego lo son en mi mundo, qué más da.

—¿Los padres están demasiado encima de sus hijos?

—Me niego a creer que antes no estuvieran encima, porque he sido hija y creo que buena madre, pero ahora se llega a extremos de dar demasiada importancia, sin equilibrar. El padre ve el hecho, nosotros el contexto. No necesitamos autoridad, que suena a represión, sino reconocimiento.

—Los partido de ultraderecha insisten en que los padres quieren educar a sus hijos en castellano.

—Ha ido bajando el número de padres que quiere una educación en castellano para sus hijos. Hubo un rebrote en la legislatura pasada, pero ha vuelto a descender.

—Usted se especializa en los seis y siete años, ¿son más maduros de lo que pensamos?

—Son más niños de lo que pensamos. Hoy le he pedido a uno si podía darle un beso. Me ha dicho que sí, y se me ha acercado, será que ya tengo apariencia de abuela.

—¿El profesor ha de tener hoy miedo al contacto físico con el alumno?

—Miedo, no sé, pero más atención la has de tener. Lo mío era solo una muestra de cariño.

—¿Se deben prohibir los móviles en el aula?

—Nuestro reglamento no prohíbe el móvil, pero obliga a tenerlo cerrado en clase. Es una medida positiva, y por supuesto que los alumnos cumplen con esta norma.

—¿Hay niños malos por naturaleza?

—No me lo había preguntado, pero no. Les queda mucho tiempo por delante para formarse.

—¿Hay que segregar a niños y niñas en las aulas?

—No, y ni siquiera le dedico mucho tiempo a estas cosas. La convivencia en el aula es imprescindible, de lo contrario no sabremos hacerlo en la calle.

—¿Para cuándo el profesor robot?

—Espero que nunca. No somos una profesión amenazada, la relación humana es fundamental. Si es que los alumnos aprenden algo por imitación, mejor que imiten a un mal humano antes que a un buen robot.