"Tenemos el problema detectado pero, ¿ahora qué? Vamos a pasar a la acción. Vayamos todos mañana al trabajo con la idea de hacer algo más". Es el ruego que lanzó una de las participantes en una jornada internacional sobre el turismo de borrachera celebrada en la Escola d'Hosteleria de Balears, en la UIB, organizada para tratar de poner coto de manera efectiva a un tipo de visitante que ya nadie quiere.

La jornada se articuló en torno a dos mesas de debate, la segunda de ellas dedicada a los efectos del alcohol en el destino. Hoteleros, touroperadores, sociólogos, policías y representantes de la administración pusieron el foco en los estragos que el consumo de alcohol provoca en Platja de Palma y PalmaMagaluf, los dos epicentros del turismo de borrachera en Mallorca.

Hubo unanimidad en que es imprescindible un cambio de modelo que erradique -o al menos minimice- el impacto de este turismo. Pero surgieron discrepancias a la hora de señalar el origen del problema. Siempre desde el anonimato para facilitar un debate más abierto.

Hubo quienes propusieron atacar a la oferta subiendo impuestos a las bebidas alcohólicas o prohibiendo estrategias comerciales de bares y discotecas que tiran los precios con promociones agresivas como la 'hora feliz' u ofreciendo dos bebidas por una hasta altas horas de la madrugada.

Otros, en cambio, apostaron por atacar la demanda con campañas informativas en el país de origen, más agentes de policía en las zonas conflictivas, sanciones más duras -y que se paguen- y una normativa clara que se haga cumplir.

"Hace diez años que tenemos datos de lo que está sucediendo en Balears porque lo hemos analizado bien. Ahora falta darlos a conocer y actuar", indicó la representante de una asociación dedicada a la prevención del consumo de drogas.

"Muchos vienen aquí a descontrolar como único acicate antes de empezar la Universidad. Se lo plantean como una estancia de cuatro o cinco noches de descontrol, así que cuando aterrizan ya tenemos la partida perdida", lamentó un policía con experiencia con este tipo de turistas.

"A las diez de la mañana ya les ofrecen dos cervezas por una. Supermercados y souvenirs se forran vendiéndoles bebidas, también a menores, pero ningún Gobierno se ha atrevido a legislar para poner freno a todo esto", subrayó.

Otro policía con mando en Calvià también apostó por combatir las gangas. "Este tipo de turismo viene con equipaje y unas expectativas: alcohol barato. Una serie de operadores está ganando mucho dinero vendiendo alcohol, pero con unos costes muy altos para la sociedad: colapso en las Urgencias de Son Espases y de otros centros sanitarios y servicios de limpieza dedicados horas para limpiar los estragos de la noche anterior. Quizás subir los impuestos al alcohol es un camino", dijo.

Una profesional del sector turístico de Reino Unido reclamó un "cambio de paradigma" en Magaluf. "Anoche fui a pasear por allí. Pensaba que en esta época estaría tranquilo, pero es que no había absolutamente nadie. Me di cuenta de lo restringido que está el modelo económico allí, los hoteles no tienen alternativa", indicó.

"Ha habido una transformación de la zona con elevadas inversiones de la planta hotelera", le respondió un representante del ayuntamiento de Calvià. "El turismo joven y de ocio nocturno nos ha puesto en el mapa, pero lo queremos controlado. Puede haber consumo de alcohol, es parte de nuestra cultura, pero hay que evitar las ofertas agresivas", dijo.

Un empresario de platja de Palma defendió la ética de su colectivo: "Vendo alcohol, pero también refrescos y comida. Sí hay locales que han bajado precios, pero es por la competencia del botellón".