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Opinión

Junqueras habría venido al funeral

Junqueras habría venido al funeral

Puede asegurarse con ajustado margen de error que el vicepresidente Oriol Junqueras hubiera volado a Palma, para despedir a Aina Moll. Y dada la exhibición que el líder de Esquerra brindó ayer ante el Supremo, también es posible que los acusadores en el proceso político hubieran preferido pasaportarlo a Mallorca durante unas horas, en lugar de afrontar las dudas que su testimonio levantaba entre la opinión pública neutral.

La cárcel aleja a Junqueras y aproxima a Torra, a quien el presentador de los Gaudí llamó "el sustituto" en su cara. Armengol se enfrentaba a la papeleta de abrazarse, aunque sea en el terreno neutral de un servicio fúnebre, al enemigo que un día antes había frustrado los Presupuestos de su PSOE. Es decir, la presidenta cosecha enemigos a izquierda y derecha, como en los mejores tiempos desinhibidos de su carrera.

"Pueblos hermanos" hubiera reflejado una obviedad en la transición. Ahora huele a provocación maldita por el sulfuroso Alfonso Guerra, y esas dos palabras bastarían para enhebrar una investigación del Supremo. Si Cataluña necesita abrazarse fraternalmente a Mallorca, con la intensidad mostrada ayer por Torra, muy apurados andan en la Generalitat.

En esta orilla, los políticos mallorquines incapaces de acometer una ceremonia tan sencilla como el derribo de sa Feixina, difícilmente pueden alinearse junto a la resolutiva Aina Moll. Ni siquiera a la hora de ofrecer los pésames de cortesía.

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