Balears ha dado el primer paso para que sus ciudadanos cambien sus coches de combustión por vehículos eléctricos, ha activado la cuenta atrás de la implantación en las islas de un nuevo sistema de movilidad que lo cambiará todo. Pero esa transformación no solo necesita leyes para arrancar, también infraestructuras básicas y precios asequibles que activen el consumo. De otra forma, la democratización de las mejoras tecnológicas no se producirá, por muchas leyes que vote el Parlament.
Sánchez quería aprobar ayer los presupuestos más sociales de la historia con 85 diputados. Y Armengol pretende propiciar en las islas con La Ley de Cambio Climático la transición más importante en la movilidad del último medio siglo. Al primero le faltó una mayoría suficiente. A la presidenta de Balears, infraestructuras básicas, haber hecho los deberes previamente, que la mitad de los puntos de recarga de las islas no estén rotos por falta de uso. Y también, ir de la mano del sector que debe protagonizar la inversión económica y el desarrollo tecnológico.
Si un coche eléctrico cuesta hoy al usuario tres veces más que el mismo modelo diésel o gasolina, la apuesta de futuro deberá esperar al menos a que los precios se igualen. Pero eso no depende de la administración, ni de una ley. Depende del sector que el Govern no ha escuchado y con quien no ha conseguido consensuar una postura y un calendario comunes. Es la principal carencia del cambio que se quiere generar, a no ser que solo interese la foto y el certificado oficioso de Govern súper ecológico.
