Un público entregado a la causa y, en algunos momentos, pasado de revoluciones. Los espectadores que llenaron la Sala Magna del Auditorium de Palma asistieron entusiasmados a las proclamas de los líderes de Vox que desfilaron por el escenario. Pero algunos, además, destacaron por su racismo.

El presidente del partido de extrema derecha en Baleares, Jorge Campos, cerraba su intervención denunciando "la inmigración incontrolada" y reclamando "la expulsión de los integristas islámicos" cuando un espectador gritó "¡fuera moros!". Lejos de reprender su comentario racista, los asistentes que le rodeaban estallaron en risas y aplausos.

El improperio fue audible en buena parte de la sala, pero ni Campos en el escenario, ni ningún otro espectador recriminaron al espontáneo sus palabras.

Hubo banderas españolas para todos los asistentes. Voluntarios de la formación ultra las repartían en la entrada. "Gracias, ya me he traído una de casa", dijo un hombre que portaba una bandera de grandes dimensiones.

Antes de que comenzara el acto algunos asistentes se sorprendían por la gran cantidad de simpatizantes que habían acudido. "Es que somos muchos los que pensamos igual. Lo que pasa es que a la izquierda le interesa que parezcamos radicales, pero aquí hay de todo", valoró una mujer en su butaca.

Vox abrió el Auditorium a las 09:00 horas, tres antes de que arrancara el acto, para captar a nuevos afiliados. En cambio el partido vetó la entrada a medios de comunicación, que no pudieron acceder a la instalación hasta minutos antes de que empezaran las intervenciones.

Las palabras "España" y "españoles" ocuparon buena parte de los discursos de Javier Ortega Smith, Fulgencio Coll y Jorge Campos. Una dosis de patriotismo que terminó con los acordes del himno nacional.

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