El coronel Jaime Barceló se jubila la semana próxima tras 35 años en la Guardia Civil, los últimos cinco al frente de la Comandancia de Palma. Su última semana de servicio la ha pasado casi de forma ininterrumpida en Sant Llorenç, al frente de un dispositivo de emergencia como no se había visto nunca en la isla.

El desastre de Sant Llorenç ha obligado a los organismos de emergencia a una movilización sin precedentes. ¿Cómo lo ha vivido usted?

La Guardia Civil hemos estado aquí desde el minuto cero. A las ocho de la tarde del martes tuvimos conocimiento del desbordamiento del torrente y poco después ya fuimos conscientes de que no eran unas inundaciones normales. Se movilizó a todas las patrullas de Mallorca para que vinieran aquí. Entre las ocho y las doce de la noche, la Guardia Civil y los Bombers rescataron a cientos de personas en condiciones muy difíciles, sin luz ni telefonía. Era una hecatombe.

Ha sido toda una prueba para la Guardia Civil.

Ha puesto a prueba a todos los que estamos, pero hemos respondido. La maquinaria se puso en marcha de inmediato. Aparte de la UME, la Guardia Civil envió desde Madrid un helicóptero más y tripulaciones de repuesto, han venido equipos de buceadores de Eivissa y Menorca, y otro grupo de montaña de la península. Y luego todo el equipo humano que tenemos. En total han pasado por aquí unos 1.000 guardias, y no ha habido horarios, ni festivos. Todos lo han dado todo.

¿Es lo peor que ha vivido a lo largo de su carrera?

Con diferencia. Yo viví las inundaciones de 1989, en las que hubo varios muertos, pero de verdad, en cuanto al nivel de devastación, no hay comparación.

Usted se retira esta semana tras 35 años en la Guardia Civil. Si ahora mira hacia atrás, ¿qué balance hace?

El balance es normal, no soy una persona brillante. He intentado cumplir con mis cometidos, mis obligaciones y hacer las cosas como se tienen que hacer.

¿De qué se siente más satisfecho de todos estos años?

Me siento satisfecho de todo. El trabajo que se ha hecho en la Part Forana, lo que hemos hecho en el sector turístico, que es un motor de la comunidad, y sobre todo del quehacer diario. Lo que he hecho es cumplir con mi trabajo.

¿Y de qué se arrepiente? ¿Qué cambiaría?

No me arrepento de nada, de verdad. Si tuviera que volver a vivir, creo que seguiría siendo el mismo. Me puedo arrepentir de cosas domésticas, de aquí dentro, pero no son relevantes para el lector.

Uno de los grandes cambios en la Guardia Civil estos años ha sido la incorporación de la mujer, aunque su presencia es todavía minoritaria.

La mujer tiene un papel importantísimo en la Guardia Civil. Para acceder al Cuerpo tienen que superar las mismas pruebas que los varones, y puede que sus limitaciones estén en el aspecto físico. Pero yo no he hecho nunca ningún distingo, todo lo contrario. Las mujeres que tenemos están haciendo muy buen trabajo día a día. He conocidos mujeres que eran grandes investigadoras y en el ámbito operativo, en la calle, lo están haciendo muy bien.

Pero su presencia en los puestos de mando es casi inexistente.

Ese es un tema ya muy manido. Hace treinta años se abrió a las mujeres la posibilidad de entrar en el Cuerpo. Las que ingresaron en la Academia General Militar, de donde salen los mandos, y en la Academia de Suboficiales, que pueden acceder por promoción interna, están donde tienen que estar. Creo recordar que hay una teniente coronel, que está ascendiendo de acuerdo con su promoción, y no descarto que dentro de ocho o diez años esta mujer o las mujeres que vengan detrás ocupen puestos de mucha responsabilidad en la Guardia Civil, que sean coroneles o incluso generales. Es una cuestión de tiempo.

Hablemos del caso de Lucía Patrascu, la mujer que fue asesinada por su marido en Pollença. Hay cuatro guardias que están siendo investigados por una presunta negligencia al atenderla. ¿Qué fue lo que falló?

Me alegro de que me haga esta pregunta, porque en algún momento se ha demonizado a la Guardia Civil por esto. Quiero dejar claro que cuando tuvimos la primera noticia de lo que había ocurrido, lejos de acudir al corporativismo rancio, nosotros ordenamos la instrucción de diligencias policiales por si pudiera haber algún tipo de negligencia o una actuación defectuosa. Podíamos haber esperado a que el juez hubiese pedido alguna diligencia sobre la actuación de los guardias, pero no esperamos a eso. En un momento dado pudo haber un defecto a la hora de actuar, pero fuimos nosotros los que abrimos las diligencias judiciales.

Pero no me ha contestado. ¿Qué fue lo que falló?

Le puedo dar mi opinión, pero yo no estuve allí. Si una mujer acude a un acuartelamiento de la Guardia Civil y los agentes no toman unas medidas de protección inmediatamente, puede ser reprobable. Pero es que no sé exactamente lo que ocurrió, porque parece ser que hay versiones que dicen que esta mujer lo que dejó entrever a los guardias eran temas civiles, sobre la propiedad del piso. No lo sé, pero hay una intrucción de las diligencias y está en el juzgado. Y el juzgado está tomando declaraciones y ellos dirán qué fue lo que ocurrió y dónde se ha fallado. Nuestro trabajo es tomar declaración a todo el mundo, explicar lo que ocurrió, lo más cercano posible a la verdad, y entregárselo al juez.

¿Y no han extraído ninguna conclusión sobre lo ocurrido?

Es que no está concluido. Podría haber desde una negligencia en la actuación a que hubiera problemas de comunicación con una persona extranjera, que a la hora de explicarse no la entendieron bien. Tenemos que escuchar tanto a la familia de la víctima como a los guardias, y ponerlo luego en manos de los más adecuados para juzgarlo. Yo puedo hacer mis conjeturas, pero mi opinión no es tampoco muy vinculante. Y en este tema no podemos opinar sin saber exactamente qué paso. Y si no hay una reprobación penal, pudiera haber una reprobación disciplinaria en el seno de la Guardia Civil. Porque también se nos ha acusado de que no se habían tomado medidas disciplinarias contra estas personas. Y tengo que decir que nuestro procedimiento implica que el procedimiento disciplinario se paraliza en el momento en el que hay una causa penal abierta. La justicia ordinaria tiene que hacer su trabajo y luego, si determinan que no hay ninguna responsabilidad, se analizará si se toman medidas disciplinarias.

¿Y a raíz de esto se ha cambiado el protocolo de actuación para casos similares?

En absoluto, para nada. El protocolo es el mismo. Hace unos días nos visitó la delegada del Gobierno y pudo ver la cantidad de personas que se dedican a este tema. Estamos haciendo docencia, porque la Guardia Civil cambia permanentemente, pero todo está previsto.

¿No ve necesario cambiar nada entonces?

Mi opinión como guardia civil es que habría que plantearse el incremento de unidades dedicadas a estos delitos. En Policía Judicial tenemos personas que están perfectamente instruidas para realizar esta función, pero es determinante el trabajo del guardia de patrulla, del pueblo, que lo primero que tiene que hacer es proteger a la víctima. Tenemos mucha gente dedicada a esto y lo hacen muy bien, pero quizás habría que potenciar ese tipo de unidades. Y sería necesario aumentar el número de guardias para que esta atención no vaya en detrimento de la seguridad del resto de ciudadanos.

Usted vivió un momento muy amargo con el atentado de ETA en Palmanova

Yo estaba aquí, accidentalmente al mando de la unidad, y recibí la llamada del delegado del Gobierno, Ramón Socías, que había oído que se había incendiado un vehículo. Y en ese mismo momento desde la central de servicios de la Guardia Civil me informan de que se trataba de una explosión. Fuimos de los primeros en llegar y nos encontramos los cadáveres, uno en medio de la calzada y otro en un árbol. Fue dantesco, lo peor que le puede ocurrir a alguien.

Han pasado casi diez años y no se ha descubierto a los culpables. ¿Cree que se sabrá algún día?

Si la banda ETA siguiera activa igual era más fácil conseguir alguna pista. Cuando la banda dejó de atentar, lo que tendría que haber hecho es confesar los crímenes y aportar las pruebas. Eso sería un verdadero alto el fuego. Pero la banda ha hecho un algo el fuego muy peculiar y se ha limitado a entregar media docena de armas. Pero se sigue investigando, se sigue trabajando para averiguar quién lo hizo. Y creo que en el futuro se llegará a saber.

Y tras el fin de ETA nos encontramos con la irrupción de la amenaza yijhadista, donde parece que Mallorca puede ser un objetivo por su importancia turística. ¿Hasta qué punto debemos estar prevenidos?

Estamos prevenidos. Se está trabajando mucho en este tema, pero este tipo de terrorismo tiene una peculiaridad. Una cosa es la estructura, la jerarquía de la organización que prepara un atentado y otra la espontaneidad de personas aisladas, gente que para redimir sus problemas, su desarraigo es capaz de hacer cualquier barbaridad. Aquí tienen gran importancia los servicios sociales, la labor de prevención. Porque tampoco hay que demonizar al mundo musulmán. Los musulmanes tienen cosas muy buenas y tenemos que convivir. Lo que tenemos que tener muy en cuenta, y estamos trabajando mucho, es que venga alguien a promover una radicalización y convencer a otros para que cometan un atentado.

¿Tienen constancia de que haya alguno de estos elementos en Mallorca?

No puedo decir categóricamente que no, pero estamos trabajando mucho en ello. Trabajamos de forma muy estrecha con servicios sociales e instituciones locales. No puedo ser más explícito, pero le aseguro que estamos muy pendientes, tanto a nivel nacional como internacional.

Otro caso sin resolver, pese a que han dedicado grandes esfuerzos, es la desaparición de la joven Malén Ortiz, en Palmanova. ¿Cuál es su hipótesis sobre lo que le pasó?

Usted lo ha dicho, estamos hablando de desaparición, y yo todavía no descarto que esta chica esté viva. Yo no descarto nada. Ahora bien, es un caso muy extraño, que se han hecho ingentes indagaciones, el caso lo ha repasado multitud de investigadores, incluso gente de la Unidad Central que se han desplazado desde Madrid. Hemos puesto a gente que está en otros destinos y que fueron grandes investigadores a repasarlo todo. Todo el mundo coincide en que se ha hecho todo lo que teníamos que hacer. Yo estoy convencido de que hemos pasado al lado de la solución. Nos falta ese detalle que nos haga reparar en ella.

Me ha dicho usted lo que no descarta, pero no me ha dicho cuál es la hipótesis que maneja.

Vamos a ver, yo en su día estuve en equipos de investigación, y no es bueno fijar hipótesis. Si un investigador se empecina en una hipótesis determinada, desvirtúa la investigación, te puedes equivocar. Tienes que tener la mente lo suficientemente abierta para que quepa todo. Yo puedo hablar de lo que hemos hecho, de lo que se ha mirado, de las declaraciones que se han tomado, de lo que se ha buscado y dónde, de su entorno, de sus amigos. Eso lo puedo contar, porque lo sé. ¿Pero hipótesis? Me cabe cualquiera. Yo estoy convencido de que a esta chica la cogió alguien conocido. Donde tenemos fijada su última ubicación es un sitio concurrido, con muchos vehículos. Si hubiera habido un forcejeo, y más con la trascendencia mediática que ha tenido el caso, alguien habría recordado que había visto algo extraño. Y nadie vio nada. Pero en fin, es mi humilde opinión y a lo mejor estoy equivocado.

Usted ha vivido en primera línea las grandes operaciones contra la corrupción, empezando por la intervención en el Ayuntamiento de Andratx

Ni yo ni nadie. Hasta habría gente que incluso lo consideraría normal, recurrir a prebendas para conseguir determinadas cosas. Pero yo en aquella época no era consciente del arraigo de la corrupción política. Y aquí la actitud de la fiscalía fue determinante para afrontar estas investigaciones.

Fue precisamente en el caso de Andratx cuando hubo una llamada de José Maria Rodríguez, entonces conseller de Interior, al alcalde. ¿Usted escuchó esa grabación?

No, mire, yo no escucho grabaciones. Eso lo escuchó quien tiene que escucharlo y lo ha leído quien tiene que leerlo, que es el juez y el fiscal, y tomaron la decisión que consideraron adecuada.

Posteriormente usted tuvo como jefe a José María Rodríguez cuando fue delegado del Gobierno. ¿Cómo fue su relación?

Buena, tuvimos nuestras discrepancias pero la relación fue buena. Además no estuvo mucho tiempo, apenas unos meses., y yo no era el jefe entonces. Él tuvo más relación con mi antecesor, el coronel Basilio Sánchez.

¿Usted tuvo conocimiento de que alguna vez intentara interferir en alguna investigación de corrupción?

No.

¿Cómo ha visto la situación de saturación de las carreteras de Mallorca este verano?

Es un verdadero fiasco. El tráfico se ha convertido en un problema muy grave, sobre todo en los accesos y salidas de la capital. ¿Cómo se puede solventar esto? Pues es un tema político. Habrá que tomar restricciones, pero son decisiones que deberá tomar quien le corresponda. Pero hay que buscar una solución. Luego están las pruebas deportivas, que esta es otra, que requieren muchísimos servicios de la Guardia Civil de Tráfico. Ha llegado un momento en que hemos tenido que decir basta, no podemos asumir más. Ocurre que las pruebas deportivas forman parte de la potente industria turística, pero nosotros tenemos los recursos que tenemos. Habrá que plantearse si hay que poner más efectivos de la Guardia Civil de Tráfico.

¿Cree que habrá que plantearse restricciones, como limitar la entrada de coches de alquiler?

Como ciudadano creo que sí, algo habrá que hacer. Ahora ya se está restringiendo el acceso a determinados sitios. Y habrá que tomar más decisiones porque se está jugando con la vida de las personas. Si en un momento dado hay un problema, no hay posibilidades de una evacuación.

Y como campaner, ¿qué opina del proyecto de desdoblamiento de la carretera de Llucmajor a campanerLlucmajorCampos

Creo que se va a solucionar el problema hasta Campos, que está muy bien, pero seguiremos con el problema. El embudo pasará de Llucmajor a Campos. Pero yo, que soy mallorquín y he conocido lo que fue la isla, cuando veo unas máquinas que abordan el campo para abrir carreteras, la verdad es que me duele. Yo no soy quien tiene que decidir lo que se tiene que hacer, pero recuerdo todavía cuando hicieron la autovía desde Son Verí a Llucmajor, y cuando vi aquellas máquinas abriendo brecha, me deprimí. Y hay que pensar que en una botella cabe un litro, no cabe más. Creo que tenemos suficiente. Vamos a arreglar bien lo que tenemos, carreteras bien limpias con los bordes bien limpios, y vamos a dejarnos ya de tanta carreterita.