Todo por la pasta. La guita. El parné. Olvídese de servicio al cliente. Suprima el concepto liberalismo. Las guerras económicas que se libran en Balears y en España tienen un único origen: el dinero.

El taxi se enfrenta a Uber y Cabify. Defiende su negocio y su jubilación. Le importa poco la atención al usuario. Teme ver reducidas sus cajas y que el valor de la licencia, un seguro de jubilación, deprecie su valor. Es absurdo, pero una concesión de los ayuntamientos se ha convertido en una operación especulativa que jamás debió consentirse. Las licencias tendrían que retornar a los municipios una vez que el beneficiario dejara de utilizarlas.

Tampoco son ángeles las compañías de VTC. ¿Por qué pocos empresarios acumulan miles de licencias? ¿Por qué no se dieron a los conductores que iban a prestar el servicio? Uber, Cabify y las grandes empresas del sector -Varo, Parrondo, Castellanos...- solo piensan en la cuenta de resultados que variará según la normativa municipal.

Lo mismo ocurre en el conflicto entre alquiler vacacional y hoteleros. Los propietarios agrupados en Aptur se alían con restauradores y comerciantes para arremeter contra las restricciones del Govern. Presionan para que la norma se incline a su favor. Obvian fenómenos como la gentrificación o la saturación turística. El objetivo es ganar más dinero.

Los grandes hoteleros se sienten ganadores de momento, pero no lo airean para que no se note que están con el Govern. Igual que las empresas de alquiler turístico, piensan en su cuenta de resultados. Desdeñan los nuevos modelos de viaje. Al menos hasta que ellos los controlen.

Elimine la parafernalia y la palabrería con que unos y otros, en el transporte y en el alojamiento, visten sus posiciones. Descubrirá que todo se reduce a dinero.