Dos voces desconocidas. Una a cada lado del teléfono. En un lado, la desesperación. En el otro, la comprensión, el consuelo y la empatía. Veinte minutos clave que pueden valer una vida. Sólo marcando el 971 461 112. Es el Teléfono de la Esperanza. El año pasado atendió en Baleares 1.114 llamadas, 51 de ellas con ideas suicidas. Un número que aumenta más del doble respecto al año anterior, que refleja un drama que se extiende de manera silenciosa y detrás del cuál está, según constata el servicio, una soledad cada día más presente en la sociedad.

"Lo importante no son los números, es lo que hay detrás de cada persona que llama", señala Marià Gastalver, presidente de la entidad, que apunta que en las llamadas atendidas han constatado como el gran problema es la soledad. "Es una realidad presente. El 32'5 por ciento de las personas que nos llaman se encuentra en esta situación", observa. Por ello, en la soledad de algunas personas, es donde quiere poner el acento este año la entidad.

Para Gastalver, lo alarmante es que ocurra "en una sociedad donde estamos cada vez más conectados". De hecho, señala que "no saber gestionar esa megaconexión" o el hecho de "vivir en una sociedad en la que siempre vamos acelerados" nos aisla. "La principal solución es comunicarnos, el habla". Precisamente, ahí es donde entra el Teléfono de la Esperanza.

Detrás de la soledad, otras causas de las personas que acuden al Teléfono de la Esperanza son personas con crisis en sus proyectos vitales (12'5 por ciento), estados de depresión (21'5 por ciento) así como trastornos de ansiedad u obsesiones (12'2 por ciento).

El último año de los que se tienen datos, 2017, se quitaron la vida 103 personas en Baleares. Un suicidio cada tres días. El Teléfono de la Esperanza no tiene contabilizadas cuántas vidas salvas. Las llamadas son anónimas y es imposible hacerles un seguimientos. Sin embargo, tienen constancia de su "eficacia": "Tenemos índices para ello, como el hecho de que haya gente que vuelva a llamar, personas que se vuelven asiduas e incluso dependientes y otras que vienen y acaban participando en nuestros cursos", explica desde la entidad, Lino Sala.

Según los datos con los que cuentan, entre las personas que llaman al Teléfono de la Esperanza se ha ido igualando el número de hombres y mujeres, cuando, explican, "antes de cada cinco llamadas, cuatro eran mujeres y sólo una era un hombre". "La razón es que los hombres ahora se atreven a hablar, a mostrarse vulnerables", señalan. El segmento de edad que más acude al servicio es la franja que va de los 36 a los 55 años. Si bien el año pasado registraron hasta cinco llamadas de adolescentes de menos de 18 años con ideas suicidas.

En la actualidad el Teléfono de la Esperanza cuenta con 35 voluntarios a los que próximamente se le sumarán 8 nuevos voluntarios formados. Desde la entidad lamentan las dificultades para cubrir todos los turnos pero aseguran que con los nuevos voluntarios ya "cubriremos casi todos los turnos", y destacan que el servicio lleve funcionando en el archipiélago desde hace 33 años sin ninguna retribución económica.