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Análisis

Company&cía pagan el precio de su indulto

Company&cía pagan el precio de su indulto

A finales de verano de 2009, una alianza entre la entonces líder del PP balear, Rosa Estaràs, Pere Rotger y José Ramón Bauzá, en el piso de la primera en Santa Catalina, catapultó al de Marratxí a la presidencia del partido. A las pocas horas -para no dar tiempo a reaccionar-, el pacto sucesorio se presentaba bien atado al resto de la cúpula en un hotel del paseo marítimo palmesano. Un visionario Jaume Font se quedó prácticamente solo en su censura al trío, mientras el resto de dirigentes populares callaba y tragaba. El pobler pagaría cara su osadía; hoy el tiempo le da la razón.

A Estarás le costó más digerir que se había equivocado con su mirlo blanco. En realidad la eurodiputada hubiera querido que la relevara Rotger, pero ya se sabe que el ex alcalde de Inca prefería estar a sueldo en las zonas de confort, al estilo de la también inquera María Salom (otra de las genuflexas ante Bauzá).

Ya en precampaña electoral, el candidato del PP empezó a mostrar su obsesión contra de la lengua y cultura autóctonas de Mallorca, levantando sospechas entre el sector regionalista. Pero llegó 2011 y Bauzá cosechó el mejor resultado de la historia: el reparto de sillones calló a todos los díscolos.

Años después, en su despacho de la sede del partido Bauzá ajustó cuentas con Estaràs, dejando ver su peor faceta. Solo hoy, tras el portazo de su digitado, la eurodiputada rompe el silencio para retratarle.

Todo hubiera sido distinto si aquel 25 de junio de 2015 -con Francina Armengol a punto de entrar en el Consolat- Estaràs, Rotger, Salom, Biel Company et alii no hubieran frenado al hoy alcalde de Petra, Martí Sansaloni. El entonces cachorro defendió hasta el último minuto fulminar del todo a Bauzá y abrir un nuevo ciclo en el PP balear. Como Font, se quedó solo: los veteranos salvaron al presidente derrocado y le premiaron con un escaño en el Senado. Y vaya si Bauzá ha sabido aprovecharlo.

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