"La innovación educativa no es un lujo: es un imperativo económico, social y tecnológico". Así de rotundo empezó su conferencia ayer Francesc Pedró, responsable de políticas educativas en la UNESCO y ponente inaugural del Congreso sobre Innovación Educativa que arrancó ayer en el Palau de Congressos con 1.700 docentes de público.

Antes de Pedró, tanto Tomeu Barceló (organizador del congreso), como el conseller March, la presidenta Armengol y el invitado ministerial, el secretario de Estado de Educación, Alejandro Tiana, coincidieron en agradecer a los profesores su implicación en este proceso y los señalaron como los auténticos responsables de la mejora del sistema educativo.

A nivel económico, Pedró argumentó que es necesario que las escuelas busquen nuevos caminos ya que, según los estudios, el mercado laboral busca personas capaces de resolver problemas (las competencias cognitivas no rutinarias), de trabajar en equipo y con capacidad comunicativa.

La escuela también debe cambiar por un motivo social, por la diversidad imperante y por la necesidad de continuar "fomentando en los niños la conciencia de que son ciudadanos globales y tienen una responsabilidad".

La tecnología es el tercer factor que fuerza a la educación a innovar: "Lo ha cambiado todo, menos la escuela, ¿cómo es posible?", planteó ayer Pedró al auditorio.

La innovación es "una exigencia pedagógica" y debe fomentar que los chavales "puedan decidir por ellos mismos qué mundo quieren construir".

De acuerdo, es algo necesario: ¿Pero cómo se está haciendo? "Las experiencias innovadoras ahora mismo son infinitas", indicó el experto, que aun así trató de categorizarlas, comenzando por las que afectan al contenido, que son la mayoría.

La mayoría de países desarrollados ya han adelgazado el currículum y dan más importancia a la adquisición de las competencias específicas y transversales. Eso no quiere decir, advirtió, que debamos "olvidar el contenido ya que "la competencia trabaja sobre el contenido". Las competencias digitales merecieron una mención especial y el experto, que reside en Francia donde está prohibido que los alumnos lleven el móvil a los centros, recomendó "no dejar a los jóvenes solos ante el móvil sino acompañarlos para que sepan cómo usarlo sabiamente".

Otra tendencia en auge es el cada vez mayor protagonismo de las áreas STEM (ciencia, tecnología y matemáticas) y la introducción de la programación y la robótica desde la Primaria: "No es que todos tengan que ser programadores; pero en el pensamiento computacional hay una manera racional de afrontar los problemas", argumentó.

Las innovaciones más complejas son "las que afectan a los procesos pedagógicos". En este sentido, confirmó que el aprendizaje por proyectos se ha desarrollado "muchísimo" y es un nuevo "estándar pedagógico". Otra tendencia es la personalización, "una solución necesaria y de éxito" que puede lograrse con "nuevas fórmulas organizativas docentes".

Respecto a la tecnología, el catedrático insistió en que por sí misma no es innovadora: es una venta de oportunidad para innovar. En este bloque, describió también como algo muy extendido las plataformas escolares on line y señaló que la inteligencia artificial es una tendencia que ya se usa en EEUU y acabará llegando a las escuelas españolas. El flipped clasroom o clase inversa, constató, es una experiencia cada vez más extendida y que "parece que está funcionando bien".

Más allá de las tendencias, Pedró recordó que "la cultura de la innovación exige cambios organizativos y de liderazgo" y razonó que estas prácticas "desbordan el límite del contrato del docente tradicional". Asimismo, el cargo de la UNESCO dejó claro que "solo el liderazgo pedagógico puede facilitar la innovación".

Esta vía en efervescencia tiene sus riesgos, advirtió el ponente, como por ejemplo, un posible efecto Mateo: 'Los ricos se han más ricos (los alumnos que van bien), y los pobres (los alumnos con dificultades) se hacen más pobres'.

Otro peligro es que no se evalúe bien si las experiencias funcionan y dan resultados y otro es que se innove 'al tuntún' y sin basarse en evidencias. Por último, el riesgo es que el docente innovador no vea reconocido sus esfuerzos y acabe agotado y se rinda. Para evitarlo, Pedró señaló un incentivo que todos los docentes aprecian: tener tiempo para preparar las clases.