La considerable colonia venezolana establecida en Mallorca no necesita tantas precauciones o equilibrios como el Gobierno Sánchez y la Unión Europea para conceder legitimidad a Juan Guaidó como presidente de su país. El recorte de libertades básicas y de democracia efectiva padecido hasta ahora, aparte de otros efectos del chavismo, puede explicar esta decidida postura de los venezolanos residentes en la isla que, a tenor de las consultas efectuadas, registra pocas excepciones.
No hay espacio para la sorpresa o la incomprensión. Desde hace tiempo, siempre que han tenido ocasión, los venezolanos migrados vienen mostrando su deseo de vuelco institucional y político en su país. No se puede olvidar que la abundante salida de nacionales de Venezuela no ha sido solo por motivos familiares o económicos. Muchos se han visto forzados a emprender el camino del exilio por no comulgar con los postulados que un día impuso Hugo Chávez o no poder atender sus necesidades básicas. España, y Mallorca, ha sido tierra preferida de acogida para ellos.
Desde el punto de vista del ciudadano venezolano corriente residente en el exterior importa menos si Juan Guaidó cuenta con el respaldo de Donald Trump o los intereses geoestratégicos y económicos que puedan pesar sobre el autoproclamado presidente. La preocupación y las miras se centran en los familiares residentes en Venezuela debido a las revueltas que siguen produciendo y en el apoyo del Ejército a Maduro.
Las democracias occidentales se decantan por la convocatoria de elecciones en un plazo razonable. Es la solución ideal, pero no se puede olvidar que Guaidó ha hecho uso de un recurso constitucional y que la situación de crisis humanitaria no se puede dilatar por más tiempo.
