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Educación

La revolución del instituto Antoni Maura

Hace tres años este Instituto palmesano cambió su manera de funcionar tras comprobar que el camino tradicional no funcionaba - Eliminó las amonestaciones, introdujo el trabajo por proyectos en vez de por asignaturas y potenció la parte emocional y creativa

La cola de chavales esperando ante el despacho del jefe de estudios ocupaba todo el pasillo. Esperaban para que les diera la pertinente amonestación por mal comportamiento. Estos avisos eran tan frecuentes que los chavales y las familias ya no les daban importancia, mientras que el jefe de estudios prácticamente no podía hacer nada más que firmar penalizaciones. Hoy lo anecdótico en el IES Antoni Maura es que haya una amonestación.

Hace tres cursos la dirección y varios profesores de este centro palmesano se dieron cuenta de que habían tocado fondo. Que a nivel de convivencia lo que estaban haciendo no funcionaba, como tampoco servía ya el modelo tradicional de enseñanza.

"Vimos que los alumnos necesitaban un cambio metodológico para motivarlos y para que el aprendizaje fuera significativo y mejorar así los resultados, frenar el abandono escolar y acabar con los problemas de disciplina", narra Myriam Fuentes, directora desde hace 16 años de este centro del barrio de Nou Llevant donde estudian más de 1.800 alumnos. Había que cambiar. ¿Cómo?

Fuentes tenía claro que era necesario que el cambio fuera asumido como un proyecto de centro y que tenía que haber un mínimo de docentes involucrados. Un solo profesor haciendo buenas prácticas es valioso, pero se corre el riesgo de que el cambio quede como algo puntual, aislado y por ello, a la larga, poco eficaz. Una parte del claustro ha de compartir esa idea y estar dispuesto a asumir el aluvión de trabajo que conlleva esa nueva manera de trabajar.

También hacía falta tener apoyo y referentes del ´exterior´, así que cinco docentes hicieron las maletas -viaje pagado con fondos propios del instituto y no sería el último- y en 2013 se fueron a Girona, al instituto de Sils, pionero en innovación. Vieron lo que hacían, en un contexto similar al suyo -con mucho alumnado inmigrante- y que obtenían buenos resultados, así que al volver acordaron varios pilares de su nueva manera de trabajar: buen uso de las nuevas tecnologías; aprendizaje cooperativo; trabajo por proyectos y basado en problemas; y especial atención a la parte emocional y creativa.

Empezaron por el principio, por 1º de ESO. Laura Monzó, jefa de estudios de mañana, narra que el cambio del colegio al instituto es duro, y querían mantener un poco el vínculo que los estudiantes tienen en Primaria con el centro.

Los ubicaron en una zona del centro diferenciada, redecoraron las aulas y cambiaron algunos muebles para que fueran "más amigables y participativas", abrieron una sala de profesores exclusiva y establecieron turnos para que allí siempre haya un docente de guardia, para atajar así cualquier problema de convivencia en el momento. Reorganizaron horarios y materias para que el tutor pase al menos once horas semanales con sus alumnos, para que estos tengan un referente claro y no se sientan tan perdidos.

Para preparar los proyectos para el curso siguiente y aprender más sobre el aprendizaje cooperativo, organizaron un curso en el centro con expertos del instituto Spencer Kagan -también pagado por el centro-, y asistieron 44 profesores. Ahora están organizando otro que ha despertado tanto interés que ya se han apuntado docentes de una veintena de centros.

Así el curso pasado los alumnos de 1º de ESO empezaron a dedicar seis horas de clase a la semana al trabajo por proyectos. Este curso ya hacen proyectos también los de 2º.

Los proyectos duran un mes o mes y medio; el alumno suele trabajar en equipo y de forma muy autónoma; se mezclan contenidos de varias asignaturas; se les ofrecen tareas muy variadas -sino se aburren- y a la vez muy pautadas, y el objetivo es la solución de un problema. Por ejemplo, un día la presidenta de la asociación de padres fue a la clase y planteó que había que organizar una fiesta de temática egipcia. Así que hubo que buscar información, organizar una exposición, preparar una merienda... En el proyecto Jo estim Palma el objetivo era hacer un itinerario fotográfico por Ciutat, cada grupo por una zona, y luego exponerlo a sus compañeros. Y así, cada proyecto les abre un mundo nuevo.

Proyecto TeleMaura

Todos los proyectos empiezan con un happening sorpresa para captar desde el principio el interés de los estudiantes. Para el que se traen ahora entre manos los alumnos de 2º visitaron IB3, ya que están preparando un telediario, el TeleMaura: unos hacen de periodistas; otros montan el plató; unos presentan; hay un grupo de maquilladoras; algunos diseñan el logotipo de la cadena... Han tenido que buscar información por internet, ver tutoriales, hacer ejercicios de maquillaje, calcular presupuestos, leer diarios, redactar noticias...

"El profesor no explica a los niños; es un guía que les pone los recursos y les da las pautas para que el niño llegue a las conclusiones por sus propios medios", apunta Monzó. ¿Significa que los chavales hacen lo que quieren? No, curran: "Es mucho trabajo, hay que hacer muchas cosas", aseguran las alumnas de 2º Itxaso Hierro y Ainhoa Mesa, "aunque se nota que aprendes". Itxaso asegura que pese a que es más trabajo, prefieren proyectos a la clase de Matemáticas o Lengua: "Es más divertido".

El trabajo por proyectos no es algo novedoso en Balears ya que los colegios de Primaria hace años que van incorporando este sistema, pero aún no está tan arraigado como en Cataluña, donde hasta colegios concertados católicos (los de los jesuitas) se han lanzado a la innovación y a la extinción de los exámenes y de la estructura tradicional por materias. Como siempre, el ritmo lo marca Finlandia, donde han abolido las asignaturas.

El tema del cambio en las prácticas educativas se está poniendo de moda, gracias a profesores mediáticos como César Bona, o a la publicación de libros como Viaje a la escuela del siglo XXI. Así trabajan los colegios más innovadores del mundo, en el que Alfredo Hernando describe 50 proyectos educativos punteros (cuatro de ellos en España, ninguno en Balears).

Cada año más colegios de Primaria del archipiélago se suman a esta manera de trabajar, dejando incluso a los niños elegir la temática, garantizándose así el interés y motivación de los estudiantes. En Secundaria el Antoni Maura ha sido pionero en afrontar este cambio como un proyecto de centro, pero en este caso los proyectos nos los eligen los alumnos sino que son cuidadosamente diseñados por los profesores, fijándose en lo que hacen en otros centros innovadores de la península y contando con una auditora de excepción: Neus Sanmartí, profesora catalana y catedrática de Didáctica de las Ciencias que se ha convertido en un referente de la renovación de una escuela que ha quedado sobrepasada por el ritmo de la sociedad.

Innovación, cooperación... todo suena muy bien, pero ¿da resultado? "Los alumnos no se desenganchan, no hay tanto abandono y hay más aprobados; mejoran sus hábitos de trabajo y cambian su manera de pensar y eso se nota en el resto de las asignaturas", describe Fuentes. "Los profesores de los alumnos que ya han trabajado por proyectos dicen que provocan menos conflictos y tienen otro comportamiento en clase y otra relación con los docentes y con los compañeros", añade. La directora atribuye esa nueva actitud al trabajo emocional, el respeto, la toma de decisiones y el consenso.

Hasta ahora, todas estas iniciativas son fruto de la motivación y las interminables horas que echan en casa los profesores que realmente creen en las bondades de este cambio. La Administración educativa no ha emprendido por el momento grandes acciones para favorecer esta línea de trabajo, más allá de ´dejarles hacer´.

Ahora la conselleria de Educación quiere empezar a recoger todas estas prácticas, compilar todo el saber que estos profesores motivados han ido interiorizando por su cuenta y apoyar y tratar de que se extiendan las experiencias que dan buenos resultados. El exdirector Manel Perelló está en la Conselleria al frente del programa de Gestión de la Calidad y la Mejora Continua, un plan que arrancó en 2001 buscando estandarizar unos niveles de calidad en lo que se refiere a la gestión. Hoy, con 66 centros incorporados en el plan, quieren que éste pase a centrarse más en la parte de la mejora educativa y avanzar hacia "una nueva cultura".

Antoni Morante, director general de Planificación y Centros, señala que para eso la Conselleria debería también facilitar esta manera de trabajar, intentando por ejemplo que las plantillas de los centros sean más estables. Lo ideal sería también poder ofrecer algún tipo de incentivo.

Además de un cierto respaldo legal y más formación -que no tengan que buscársela y montarla ellos por su cuenta-, Myriam Fuentes pediría a la Administración que los profesores implicados en estos proyectos tuviesen una compensación horaria para poder reorganizar su jornada; una dotación económica extra; apoyo para mejorar la dotación informática así como la creación de una red de centros innovadores, algo en lo que ya se han dado pasos.

Con o sin ese apoyo, el plan de Myriam Fuentes y el equipo motivado del Antoni Maura es seguir por este nuevo camino, por mucho trabajo extra que suponga: "Nuestros alumnos se merecen la educación de la máxima calidad que podemos darle", sentencia la directora del centro.

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