Senador y en su día presidente autonómico con mayoría absoluta, José Ramón Bauzá es el primer líder de entidad nacional del PP que sale del partido en dirección a Vox tras el big bang de la ultraderecha moderada, con independencia del desenlace de la peregrinación del farmacéutico. De ahí que la carnicería que ha propiciado en sus filas va más allá del tono desabrido de su manifiesto panespañolista de despedida de los populares.

Quienes a la derecha recuerdan que el ahora dimisionario es insignificante, o le atribuyen un deambular errático tras haberlo defendido como un líder providencial, harían bien en recordar que el peor Bauzá cosechó más votos que el mejor Company. Ya querría el PP actual tener garantizados los veinte diputados vigentes, y paradójicamente necesita retroceder para liderar un Govern cuatripartito.

El pugilato entre Bauzá y Company solo manifiesta la pésima suerte del PP con sus sucesivos presidentes. El fundador Cañellas acabó su carrera sentado en el banquillo, Soler se hizo más independentista que Puigdemont, Matas ha dormido esta noche en la cárcel, Estarás se fugó a Bruselas antes que Puigdemont y por los mismos motivos. Con esta trayectoria, conviene que repasen en profundidad el currículum de su líder actual para evitarse otro chasco.

Errejón no es Carmena, y Bauzá no es ni siquiera Errejón. Sin embargo, la política obliga a encontrarle sentido a las embestidas irracionales. Bauzá arrastra a su PP hacia Vox, a riesgo de que incluso la extrema derecha lo encuentre demasiado radical. Con independencia de su acomodo, ya ha logrado la fisura en la dirección de los populares, centrada en un discurso angélico basado en que los conservadores antaño hegemónicos acogen sensibilidades múltiples.

El PP balear tiene un problema vergonzante, porque Company no estuvo entre los líderes de su partido en Galicia, Murcia o Castilla y León que se negaron a aceptar retrocesos en los consensos de la Constitución para rendirse ante Vox. De un bofetón, Bauzá le ha quitado a la derecha mallorquina la venda que cubría sus ojos. El oscuro personaje ha sacado la división a la luz. Claro que Company insistía en que sus querellas con Bauzá eran "una invención de los periodistas". Un clarividente.