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Justicia

Juan Carrau: "Los ciudadanos piensan que los poderosos se escapan, pero eso no es así"

El fiscal rechaza que en España exista "una corrupción sistémica" y defendió los pactos que se traducen en una rebaja de penas para los acusados

Juan Carrau, Benita Benéitez, Andreu Manresa y Jaime Campaner, ayer durante el coloquio. manu mielniezuk

El fiscal anticorrupción de Balears, Juan Carrau, atacó ayer un prejuicio que, según considera, está muy extendido entre la sociedad. “No es verdad que en España haya una corrupción sistémica e incontrolable. Los ciudadanos tienden a pensar que los poderosos se escapan, pero eso no se corresponde con la realidad. La corrupción aquí está más vinculada a la política, sobre todo en la contratación pública. Hay datos objetivos que lo demuestran y luego está la verdad que prefieren los ciudadanos”, afirmó durante el coloquio ‘Buen gobierno y Ética pública: causas, efectos y mecanismos para combatir la corrupción’, organizado por la UIB.

También aportaron su punto de vista una socióloga, Benita Benéitez, doctora en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid; un abogado, Jaime Campaner, doctor en Derecho Procesal por la misma Universidad; y un periodista, Andreu Manresa, director general de IB3.

Carrau se refirió a un “cambio revolucionario” que tuvo lugar la pasada década y que permitió aflorar las decenas de casos de corrupción que coparon portadas y telediarios entre 2006 y 2009. “La ley de prevención del blanqueo de capitales fue una herramienta esencial, como los cambios en el estatuto del Ministerio Fiscal que implicaron una especialización en la lucha contra la corrupción y nuevas plazas de fiscal”, indicó Carrau, quien también elogió el papel de actores como la Agencia Tributaria y unidades especializadas de la policía como la UCO y la UDEF.

El fiscal, que ahora investiga la macrocausa de corrupción contra Bartolomé Cursach, defendió los acuerdos que se traducen en rebajas de penas para los acusados, a veces muy significativas. “Cualquier rebaja parece que es sinónimo de que la corrupción no se persigue adecuadamente, pero no es así”, indicó Carrau. Defendió que “es mejor un acuerdo de pena mínimo que una absolución”, aunque admitió que “muchas veces nos excedemos pidiendo penas más elevadas sabiendo que vamos a entrar en una rebaja”.

Todos los ponentes estuvieron de acuerdo en que prevenir la corrupción pasa por la educación. “Creo firmemente que esa es la clave”, subrayó Campaner. “El Código Penal no es la solución. Parece que no hemos sabido articular otro remedio y cada vez que tenemos que aplicarlo es un fracaso. Hay que educar porque la prevención del delito se puede hacer desde dentro pero claro, para eso hace falta invertir”, argumentó el jurista, que enumeró los tres principales delitos que se asocian con la corrupción: “prevaricación, cohecho (soborno) y malversación de caudales públicos”.

No solo el Código Penal

El abogado indicó que “el Código Penal es una amarga necesidad”, y lamentó que “ha ido creciendo tanto a lo largo y a lo ancho que padece obesidad mórbida”. Sin embargo, advirtió, “eso no va a evitar que siga habiendo corrupción”.

Manresa puso el foco en el archipiélago, al que más de una vez se refirió como “Balears S.A.”. El periodista vio el vaso medio lleno. “¿Por qué aquí ha habido más escándalos de corrupción? Porque se han investigado más y con una mayor eficacia; que haya más condenas no tiene por qué significar que haya más casos”, destacó.

El actual director general de IB3 puso de manifiesto que condenados de renombre como Jaume Matas y Maria Antonia Munar “eran gente docta, culta, que no podían alegar desconocimiento”, y enumeró los casos de corrupción más sonados de la historia de Balears.

“La corrupción ha llegado a los tribunales porque el Estado de Derecho ha funcionado: la Fiscalía, la Agencia Tributaria, cuerpos policiales y periodistas, que han señalado aspectos concretos de una causa”, manifestó.

Benéitez puso en valor la Ley de Transparencia que compromete a las administraciones públicas desde 2013, obligándolas a publicitar el detalle de sus cuentas, y habló de cómo la corrupción puede ser abordada desde la sociología.

“Existen mecanismos integrales para evitar el clientelismo y facilitar la publicidad de los contratos públicos, por ejemplo, pero el único secreto para prevenir la corrupción está en la educación. Un tipo de educación cívica que haga más partícipes a los ciudadanos porque no puede haber una democracia de calidad sin ciudadanos demócratas”, enfatizó la profesora.

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